Los desposeídos

24 nov 2018 / 09:14 H.

Los desposeídos de la tierra arrastran su pobreza por el mundo, bullen por los cinco continentes para poder seguir viviendo, trepan concertinas y no sienten dolor a pesar de la gravedad de sus heridas, tapizan el fondo de los mares con los restos dispersos de sus esqueletos, les construyen muros ciclópeos en las fronteras para impedirles el paso, los instalan en campos de refugiados como animales abandonados. Ya les han hurtado hasta la patria y solo les queda su dignidad personal, que no es poco; no obstante, esa no ha nacido nadie que de cuajo se la arranque, por muy Trump que sea. Niños, niñas, mujeres, hombres, blancos, negros... De todas las etnias y confines de la tierra marchan con convicción y firmeza hacia su objetivo. Provienen de Siria, Senegal, Marruecos, Sudáfrica, Zambia, Honduras, Guatemala... Eso sí, todos portan consigo el DNI de la pobreza. Son canallesca e injustamente pobres. Nosotros estamos asistiendo impasibles desde nuestra atalaya a la “Revolución Mundial de la Pobreza”. Pero ha llegado el momento de actuar de todas las maneras posibles, pues la conciencia nos debe estar carcomiendo el alma, si es que todavía queda algo. Ante ese vergonzoso espectáculo humano contemplado a diario en la tele, en las redes sociales y en los medios nacionales e internacionales de la comunicación, vuelven a oírse los mismos cantos de sirena de siempre, siendo poco esperanzadores. Ante esas mentiras continuadas en el tiempo, desgraciadamente, se impone la trágica y estricta verdad de la situación en que vive esta enorme cantidad de personas. Hay responsables directos de ello: gobiernos oligárquicos enriquecidos por el control y explotación de la rica materia prima del subsuelo; el neocapitalismo internacional globalizado, ubicado en los países poderosos de la tierra, que continúan sin invertir suficientemente en el desarrollo económico de estas pobres naciones; el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, el Banco Central Europeo... Además, tampoco debemos de echar en olvido a España, donde la situación no deja de ser preocupante. Según el octavo Informe Internacional A.R.O.P.E. sobre la erradicación de la pobreza y la exclusión social, del pasado mes de octubre, en nuestro país hay 12,3 millones de personas en riesgo de pobreza o exclusión social. Sin embargo, la gran banca española (BBVA, Banco Santander, Caixabank, Banco Sabadell, Bankinter, Bankia), acumula durante 2018 unas ganancias de 1.225 millones (hasta septiembre), el 12,2% más que en 2017. Las empresas punteras del IBEX 35 obtienen beneficios estratosféricos (Inditex, Mercadona, Acciona, ACS, Repsol, Telefónica, Endesa...). Como puede analizarse “grosso modo” en la comparativa, el diferencial entre la riqueza y la pobreza se incrementa de manera exponencial y nadie le pone remedio; es decir, en “román paladino”: Los pobres cada vez son más pobre y los ricos cada vez más ricos. Recientemente, a una pregunta de un diputado nacional, planteada en una comisión de investigación de la Cámara Baja relacionada con la corrupción económica en España (caso “Tarjetas Black”), otro célebre político español le respondió sin sonrojarse un ápice: “Eso es la ley del mercado, amigo”. Y yo corrijo: Si eso es así, es necesario cambiar con urgencia el actual modelo económico-financiero o, al menos, mejorarlo.