Los ases del balón

16 jul 2017 / 11:09 H.

Como millones de españoles, soy un seguidor del fútbol y lo sigo a través de las retransmisiones televisivas, aunque soy de los aficionados que degustan el buen juego, indiferente de quien lo practique, sin que haya llegado a ser fanático del mismo ni lo considere una nueva religión. Dos equipos han sido mis preferidos desde la niñez: el Real Jaén y el Real Madrid y, también, soy simpatizante de los que lo practican con evidente maestría, como el Barcelona, el Atlético de Madrid y todos aquellos de cualquier división que lo hagan bien; además, como buen patriota, me identifico totalmente con la Selección Española, aunque, para ver sus éxitos, he debido esperar más de medio siglo de mi existencia. Esporádicamente aún bajo a ver al Real Jaén, a pesar de mi indignación cuando veo cómo nos toman el pelo una serie de “golfos” que han demostrado que el amor a los colores del club del que presumieron para llegar a ser sus dirigentes, se tornó en “meter la mano en el cajón” hasta haberlo dejado en una absoluta ruina.

Los equipos actuales se vienen caracterizando, en los últimos años, por contar con jugadores “mercenarios” en los que pesan, más que el amor a los colores, la “pasta recibida” o la exitosa futura trayectoria (suelen presumir, tras su fichaje, de que el equipo que los ha fichado era con el que soñaron desde su temprana infancia).Como a los españoles no nos han gustado las “medias tintas”, hemos hecho posible que los dos mejores equipos del mundo, o sea el Madrid y el Barcelona, sean los que más paguen a las figuras del balompié. No hay en el mundo ningún jugador que no aspire a llegar con ellos a la cima de la fama y a embolsarse los astronómicos y suculentos “cuartos” que estos clubes pagan.

Coincidirán conmigo en que los dos jugadores que hoy asombran al mundo son Messi y Cristiano Ronaldo. Ellos dicen estar tristes si se les intenta cobrar lo que, según la Ley, deben pagar y amagan con irse de España, esperando, seguramente, que el Gobierno español acuda a la inmunidad, al rescate o alguna “regularización fiscal”. Así no es extraño que desde las gradas de los estadios se les grite: ¡peseteros!

El ejemplo que dan a sus fans y admiradores es demoledor pues demuestra que anteponen los intereses económicos por encima de sus afectos a los colores de sus respectivos equipos. Afortunadamente, en España, contamos con tantos y tan buenos deportistas en casi todos los deportes que podremos contrarrestar los nocivos ejemplos de aquellos con figuras excepcionales como los Gasol, Nadal, Iniesta... y tantos otros que de verdad anteponen sus deberes ciudadanos antes que los económicos.