Lo que éramos

La palabra “Alcalde”, que procede de la árabe, Al Kaid, tiene como originario significado el de “El Capitán”, al referirse a una fortaleza o castillo, y, de modo más general, “El Jefe”. Dicho esto, si yo fuera Alcalde —de cargo—, rociaría desde los cielos miles de octavillas que nos hicieran pensar —no lo digo poéticamente—, tantas como habitantes tiene la Capital del Santo Reino. Porque, en la intimidad, muchos hablamos de lo mal que están las cosas, de la degradación de la sociedad, pero demasiadas veces justificamos esa realidad en las cosas materiales, cuando éstas, en mi humilde opinión, están en un segundo plano; el primero se encuentra en el cajón del olvido, escondido en lo profundo de nuestra mente, porque ya no recordamos lo que éramos. Esto pondría la octavilla: “¡Recordad el valor, para defender lo justo! ¡Recordad la lealtad para con todos, para que todos se sientan seguros los unos de los otros! ¡Recordad la solidaridad! ¡El espíritu de sacrificio y aún más el de servicio, sin dejarse a nadie! ¡Recordad el sentido del deber, la ejemplaridad, la excelencia profesional! ¡Amor a la patria, a la que todo debemos! ¡Recordad ser hombres y mujeres de honor, que miren al Cielo!”.