Lo que dura un suspiro

18 sep 2017 / 10:50 H.

La fotografía fue tomada el 6 de marzo de 2010. Francisco Reyes Martínez (Bedmar, 1962) se convirtió en el protagonista de una imagen histórica que significó mucho más que su estreno al frente del timón del barco del Partido Socialista en Jaén. La llegada del número dos a la Secretaría General de la fuerza política con más tirón en la provincia supuso el cierre de una etapa trascendental para una persona que, en la actualidad, está desaparecida del combate político. Gaspar Zarrías Arévalo dijo adiós a dieciséis años de liderazgo en una tierra considerada uno de los principales graneros de voto socialista. Abandonó Andalucía y, aunque prolongó su presencia con actos forzados para intentar continuar con el control del aparato, los viernes dejaron de estar coloreados en rojo en su maratoniana agenda. Siempre se dijo que su sombra era extremadamente alargada, que en todos los pasteles era él quién ponía la guinda y que no había una decisión sin llamada telefónica previa. Sin embargo, lo mismo que todo lo que empieza acaba, sus decretos se convirtieron poco a poco en consejos y, con el paso del tiempo, sus sabias recomendaciones quedaron acotadas al también necesario espacio de la experiencia.

Han pasado ya siete años de aquel relevo para recordar. Francisco Reyes, que obtuvo un incuestionable respaldo en aquel cónclave (el 98,6% de los votos), se empeñó desde el minuto cero en convencer a los suyos de que él no estaba de paso, que no se consideraba heredero de nadie y que en el acceso a su nuevo cargo nada tenían que ver los grupos sanguíneos. Fue una semana antes de otro gran cambio, aquel en el que José Antonio Griñán sustituyó a Manuel Chaves en el Gobierno autonómico.

El caso es que el camino, que se demuestra andando, tuvo y tiene sus rosas y sus espinas y, aunque goza de detractores y seguidores, puede presumir de resultados electorales en un contexto complicado para quienes se dedican a esto de lo público. Alineado durante mucho tiempo contra la facción griñanista del PSOE andaluz, apostó por la continuidad de su antecesor hasta que, llegado el momento del “aquí estoy yo”, rizó el rizo hasta conseguir que en la agrupación jiennense fuesen todos a una con la actual presidenta de la Junta, Susana Díaz. No es cuestión baladí, ya que a partir de ese coyuntural momento, el peso de Jaén, el segundo más pesado de las ocho provincias, sirvió para que el mar de olivos dejara de estar fuera del juego de Andalucía. Francisco Reyes, también presidente de la Diputación, abandonó la corriente crítica, se subió a la moda del tiempo entre costuras y llegó a ser uno de los secretarios provinciales que más favoreció a la lideresa en su ascenso orgánico.

Provisto de discurso propio, político habilidoso y con la lección bien aprendida del don de la obicuidad, el próximo 21 de octubre repetirá en el cargo gracias a esa barrera del veinte por ciento que sus contrincantes no pudieron saltar. La Comisión Provincial de Ética lo proclamó secretario general del PSOE de Jaén electo. 4.032 militantes de los 6.105 que tiene la agrupación dieron su firma a Francisco Reyes Martínez, frente a los 514 que optaron por entregársela al segundo en liza, Valeriano Bermúdez, quien asegura que el cambio no ha hecho más que empezar. Lo cierto es que a los incondicionales de Pedro Sánchez en la provincia no les salieron las cuentas, ni siquiera con una matemática suma con las papeletas recabadas por el tercer rival, Félix Manzaneda. El proceso de primarias duró lo que dura un suspiro.