Lo pequeño

16 may 2016 / 17:00 H.

Tomo prestada esta frase atribuida a Eduardo Galeano: “Mucha gente pequeña en lugares pequeños haciendo cosas pequeñas puede cambiar el mundo”. Me refiero a esa gente anónima que llena las asociaciones y las ONGs, gente corriente que no hace más que levantarse cada día para ir a trabajar si es que tiene esa suerte, que no es aclamada cuando sale de jugar al fútbol en las Fuentezuelas, que hace malabares con el sueldo y con el tiempo, porque los mueve una pasión: la mejora de las condiciones de vida de los demás. Una pasión que da a su mirada ese brillo tan especial, como la de los niños, porque entienden el futuro extenso, lleno de posibilidades. Me refiero a los lugares pequeños, como las mesas camilla donde a la luz de un café se diseñan asociaciones que ponen en marcha ideas, las pequeñas plazoletas donde la gente acampa para visibilizar otros sistemas posibles, las avenidas donde la gente camina para poner voz a sus ideas en torno a una pancarta, los cafés culturales, las pequeñas empresas diferentes. Lugares pequeños que también hay en Jaén, a pesar de ser tierra pionera en las tasas de paro, secularmente explotada por las nefastas gestiones políticas, que deja correr el oro líquido entre sus manos para que caiga en manos de otros, que transforma tranvías en aparcamientos y polígonos industriales en ciudades fantasma. Me refiero a cosas pequeñas, como crear un jardín para niños con cáncer, atender enfermos de Alzheimer, animar personas con trastorno del desarrollo, mantener un hogar para niños sin techo en Ecuador, hermanarse con colegios de Nicaragua, defender el patrimonio con un reivindicativo paseo, comprar en el mercado local con menos plásticos y más carritos de tela, a pesar de la amenaza para el bolsillo que ello supone, eligiendo tener menos pero ser mejor. Me refiero a que “Somos lo que hacemos para cambiar lo que somos”, otra vez Galeano. El Jaén de “lo pequeño” también existe, tan libre como poderoso, cambiándolo todo desde adentro.