Lo importante o lo esencial

17 dic 2015 / 09:17 H.

Seguro que hay multitud de aspectos que componen nuestro día a día a los que otorgaríamos la calificación de importante. Pero, si nos pidieran una reflexión sobre qué consideraciones valoraríamos como esenciales, obviamente, nuestro enfoque cambiaría relativizando algunas cuestiones, que en nuestro quehacer diario, reciben la máxima atención.

Si este ejercicio lo hiciéramos a nivel planetario, la categoría de importante sería enormemente variada y cambiaría dependiendo de los entornos económicos, culturales o geográficos. Pero, para la categoría de esencial, una cuestión prevalecería sobre cualquier otra: “El Cambio Climático”. Y es que la humanidad nunca se ha enfrentado a un reto parecido, un reto que contempla todo tipo de tragedias que se tornan apocalípticas conforme más se tarde en actuar llegando a escenarios donde podría estar en cuestión la propia existencia de la raza humana. Las evidencias que sostienen esta lúgubre proyección carecen de cualquier cuestionamiento científico. Se trata de un hecho constatable y medible cuyos modelos predictivos, durante el presente siglo, son perfectamente conocidos.

La cumbre celebrada en París las dos semanas pasadas parece haber supuesto un punto de inflexión a nivel global. Por primera vez, 196 países han alcanzado un acuerdo vinculante para que el incremento de temperatura no supere el nivel de los 2 grados centígrados desde la época preindustrial. Acuerdo en el que están los dos países más contaminantes China y EE UU, de hecho, se prevé alcanzar el techo de emisiones lo antes posible y que para 2050 se establezca un equilibrio entre las emisiones y su absorción por diferentes sumideros. Aunque ya hay voces que muestran su escepticismo, parece que los gobernantes han empezado a entender la esencialidad de este problema global que empequeñece cualquier otro conflicto por importante que nos parezca cuando acercamos el zoom. La última generación que puede parar este desastre no puede fallarle a la primera que lo sufrirá, porque ya ha empezado a convivir entre nosotros.