Linares First y el lejano oeste

20 ene 2018 / 11:33 H.

Dicen que cuando cae la tarde en Linares se escucha un silbido envolvente, la melodía de “La muerte tenía un precio” entonada por Curro Savoy (ese jiennense que silba como Dios). El alcalde de Linares, Juan Fernández, transmutado en Clint Eastwood, acostumbrado a ser cabeza de cartel, se siente hoy señalado en la calle con un “Se busca”. Herido en el orgullo, camina despechado y a cualquiera que se cruce en el camino le espeta, con perfecto acento yanqui: “Linares First”. Un mensaje que él contrapone ahora a los supuestos intereses que tienen unos “forajidos” políticos empeñados en primar sus carreras políticas y cuidar sus confortables sillones. Anda el PSOE de la Ciudad de las Minas tratando de cerrar una etapa, y la transición, ni de lejos, será silenciosa ni modélica. Con las licencias que permite el espaguetti western el alcalde de Linares se siente traicionado por los que consideraba miembros de la banda y hoy, marcada la frontera, son simples cuatreros a las órdenes de Jaén o Sevilla, que son los que pagan su recompensa (entiéndase nómina). La lista de los que considera criados a su abrigo es larga: Pilar Parra, Ana Cobo, Luis Moya, Daniel Campos, Laura Berja... Él ejercía de padre putativo de toda esa camada política linarense y ahora no sabe qué personaje es en el microcuento de Augusto Monterroso: “Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí”. ¿Es quién despierta azorado o el dinosaurio esperando la jodida glaciación del partido?

En las novelas de vaqueros de mi abuelo Manuel, aunque había algún dilema moral, las tramas eran menos enrevesadas y la rudeza siempre estaba justificada por el guion. Digamos que siempre había nobleza en la lucha. Los indios eran malos, pero tenían reglas. Sin embargo, Linares es hoy un “far west” político, un lejano oeste, en el que la placa de sheriff está en juego, quedan restos de minas, pero no queda nada de oro. Ese es el paisaje en el que Fernández está por la labor de limpiar la escopeta y disparar jugosos titulares políticos contra una nueva ejecutiva que tilda de “oficialista”. Como guardián de las esencias linarenses se siente ajeno ya a este PSOE y se cree poseedor de la fórmula magistral que gana elecciones. En las fotos de Fitur —esa ciudad de Las Vegas en miniatura— con el resto de dirigentes ya opta directamente por la esquina, la posición de salida. Textualmente se considera fuera del partido desde las primarias de noviembre, aunque ahora lo verbaliza rotundo y distante de un PSOE “manipulado”. El liderazgo, sin duda, no lo perdería en noviembre, se habrá erosionado con el tiempo y la gestión. No hay ciencia exacta para medir los tiempos de la política, en qué momento cerrar una etapa y pasar a la reserva. ¿Cuándo dejar de escuchar lisonjas y tener en cuenta una advertencia? Si bien es cierto que él siempre tuvo licencia y discurso propio para apretar, criticar y arrinconar metafóricamente a la Junta de Andalucía y a los consejeros que pisaban la ciudad, era una dialéctica consentida, unas reglas de juego que electoralmente satisfacían a todas las partes. La partida, sin embargo, tuvo un cambio brusco basado en una pérdida de confianza a tres bandas.

De momento, Daniel Campos, como secretario general del PSOE en la ciudad, intenta poner un relato sosegado a una trama que se ha ido de las manos. Cordura y mesura ante las andanadas, porque siempre hay tiempo para una última bala. Se aferra a los estatutos para encauzar una papeleta política que tendrá un previsible efecto dominó. Si el alcalde sostiene que no se plantea repetir en el cargo bajo el manto, otrora inmaculado, del PSOE, la puerta está abierta para una candidatura contra natura con la que este Llanero solitario seguiría escribiendo su historia. Y lo de aquello de “un bel morir tutta una vita onora” —una bella muerte honra toda una vida— se lo dejamos a Petrarca, que aquí hablamos de política.