Liderazgo compartido

V ivimos hoy en una sociedad moderna en la que cambia el sentido del modo de estar las personas en la sociedad, diversificándose el sistema moral y proliferando nuevos valores y códigos de conducta. Estos cambios sociales, que también lo son de desarrollo en algún tipo de escala a la que llamamos civilización, han afectado a todos los ordenes de la vida pública y privada, pero, sobre todo, han consolidado, al menos en las sociedades occidentales, la libre opción de las personas (relativa, eso sí, dependiendo de las posiciones de clase) donde toman sentido disposiciones y actitudes críticas y, sin duda, también contradictorias. Cabe destacar del proceso modernizador, la generalizada toma de conciencia ciudadana por la cual se valora la autonomía de las personas y la noción de democracia como asunto colectivo. En el ámbito de las nuevas formas de las decisiones políticas, lo más característico es el recelo que embarga a las personas ante la dificultad que encuentran para deferir su voluntad en órganos con capacidad de dar respuestas a los déficits estructurales para la pervivencia de su entorno, de su medio social. La política se transforma así en un asunto de gestión de la propia ciudadanía, tomando decisiones para lograr sus fines a través de la participación. Nuestra provincia, nuestra querida Jaén, no ha salido bien parada en este proceso. En este primer semestre del año mucho se ha escrito sobre el abandono que sufre la provincia por parte de las administraciones públicas de cualquier signo político. No voy a ser redundante con lo que toda la ciudadanía jiennense ya sabe y que tiene que ver con nuestro paupérrimo desarrollo económico y social, con la falta de iniciativas para desarrollar riqueza, empleo e infraestructuras. Seguimos al final de la cola con algunos chispazos de movilización que pronto caen en el olvido. Por eso es necesario recalcar que cualquier iniciativa local o provincial necesita de un liderazgo para tener éxito. Un liderazgo entendido como una dinámica de interacciones múltiples entre los miembros de la sociedad jiennense y otros actores externos para movilizar personas, recursos y energías que propicien el inicio de acciones de emprendimiento local que favorezcan la innovación. Tenemos los líderes individuales que hemos elegido y no se deben menospreciar, pero necesitamos algo más, necesitamos un liderazgo colectivo, compartido, de manera complementaria, que esté vinculado con la participación de organizaciones empresariales, centros de investigación, grupos comunitarios, y estructuras gubernamentales que puedan entender y considerar el territorio de nuestra provincia como un escenario donde se puedan articular los niveles local, regional y nacional de gobernanza y sus conexiones a redes externas para lograr una provincia realmente integrada y con capacidad de transformación de nuestro entorno en defensa de un futuro común de progreso y desarrollo. Los líderes políticos tienen la necesidad de fijar su agenda de actuación política en relación con sus creencias e ideologías sobre las realidades que observan y la visión que tienen de las mismas. La visión puede comprenderse como una imagen posible del futuro, que se manifiesta a través de unas esperanzas, sueños y aspiraciones compartidas. Si nos centramos en nuestra provincia podemos entender que la realidad que pueden observar los líderes de las diferentes formaciones políticas y la visión de la misma no ha de ser muy diferente. Todos pueden observar los déficits ya resaltados al inicio de este artículo y a partir de ahí confeccionar su agenda de acuerdo a su ideología. Pero ¿por qué es tan difícil hacer coincidir las agendas? ¿Por que no elaborar un proyecto común para sacar a esta provincia del atraso que sufre mediante un liderazgo compartido que facilite la participación de todos? La transición hacia un modelo de liderazgo compartido desde un modelo de liderazgo individual pasa por la necesidad de un cambio de mentalidad que gire hacia la consecución del bien común de nuestra provincia.