Levántate
y anda

26 feb 2019 / 16:07 H.

Cuando en algunas ocasiones he preguntado a mis alumnos adolescentes por sus abuelos, siempre me han respondido que son viejos. A pesar de que su respuesta era perfectamente comprensible, aprovechaba para insistirles en que los abuelos son mayores, pero no viejos. Lo viejo no sirve para nada, mientras que ellos son, en ocasiones, más útiles que muchos jóvenes. La utilidad y la edad no siempre van de la mano. Conozco la labor maravillosa de muchos abuelos y su aportación generosa para que la vida de sus hijos y nietos sea más llevadera. La comida más humilde puede llegar a convertirse en el menú del mejor restaurante, puesto que no hay nada como cocinar con cariño para la familia. Parece como si cada día el milagro de los panes y los peces se volviera a vivir en cada casa. Quizá no hayamos caído en la cuenta de con qué presteza responden a nuestros requerimientos y encuentran soluciones a las necesidades que se les plantean. ¿Tienen los jóvenes la misma predisposición si se les necesita? ¿Emplean su tiempo en ayudar a quienes tanto hacen por ellos? No todos los trabajos tienen que ser remunerados. Hay que levantarse, andar y aprender de los que con tanto cariño llaman “mis viejos”.