Las piezas y los piezas

16 dic 2017 / 11:45 H.

La Justicia, sobre el papel, no entiende de movimientos sincronizados, aunque, en ocasiones, los tiempos procesales deparen coincidencias de calado. Mientras en Sevilla se abre el melón judicial de la pieza política del Caso de los ERES, en Jaén, una jueza condena a Juan Francisco Trujillo, el denominado “chófer de la coca”, a un año de cárcel porque dejó de pagar a Hacienda 150.000 euros en impuestos de una “subvención” de 450.000 que le concedió su rumboso jefe, el exdirector general de Empleo de la Junta de Andalucía, Francisco Javier Guerrero, que ahora se sienta en el banquillo al otro lado del Guadalquivir. Al tristemente famoso conductor —versión reducida y chusca de Al Capone andujareño— se le agolpan las causas de la vertiente más cutre, esa que creaba sociedades mercantiles en servilletas de marisquerías. Ante la facilidad del engaño, tuvo cinco “empresas” a su nombre y llegó a trincar más de 1,3 millones de euros. En el gasto de ese dinero público en fiestas, regalos y coca está la penitencia política de los responsables directos e indirectos que fueron incapaces de detectar las tropelías y que hoy están obligados a compartir banquillo. Los tristes “hilillos de plastilina” de Mariano Rajoy para reducir a nimiedad el chapapote del Prestige tuvieron su traslación en forma de reducción gastronómica con los “cuatro chorizos” de Manuel Chaves, al margen de la particular receta de “vaca asada” con billetes de 500 del paisano sindicalista Juan Lanzas. Muy indigesto todo, en cualquier caso.

El empeño político en crear atajos argumentales, buscar coartadas o chivos expiatorios cuando el fuego está en el jardín es un esfuerzo baldío. El sistema de “fondos de reptiles” que gestionaba Guerrero y al que puso nombre ante la Guardia Civil tenía las suficientes rendijas como para gestionar dinero público desde un pub. Ese era el nivel de un director general de Trabajo, de profesión político, que fue alcalde y, aquí viene, al parecer, lo sustancial del currículum: pertenecía al clan socialista sevillano adecuado. La típica dura carrera del opositor a cargo público. Sobre esas ascuas humeantes, ese incendio no acotado, el PSOE andaluz ofreció, finalmente, a la pira de la opinión pública, y como sacrificio político, a dos expresidentes de la Junta de Andalucía, Chaves y Griñán. Un tributo alto para las golferías de aquellos cuatro tunantes que decidieron traficar y apropiarse de las ayudas de desempleados. Hoy comparten la fría orfandad del banquillo con otros consejeros, entre ellos los jiennenses Gaspar Zarrías y Francisco Vallejo, preguntándose qué hacen y por qué están allí junto a perfiles políticos tan poco edificantes como el del citado Guerrero.

En la causa política no se dirime ni apropiación indebida de la cúpula del Gobierno andaluz, ni la “típica” financiación ilegal de partido con financiación en B y rastro perdido en ordenadores, pero los históricos dirigentes se enfrentan a los delitos de prevaricación y en el caso de Griñán también malversación, lo que supone enfrentarse a 6 años de cárcel, al margen de la inhabilitación. Palabras mayores que se dirimen ahora en sala judicial por una falta de celo sangrante.

Pero en este baile judicial chirría, y de qué forma, que en la propia sentencia jiennense, de Valle Elena Gómez, contra el conductor dedicado a la “dolce far niente” se reconozcan dilaciones indebidas en la causa que conllevan un castigo menor. Y es que esta pieza fue reclamada por la juez megainstructora Mercedes Alaya en 2013 y estuvo aparcada en un legajo tres inadmisibles años. En lenguaje nada técnico, el que mucho abarca poco aprieta. Esta misma semana, se ordenó el ingreso en prisión, el próximo día 27, del exalcalde de Huesa, Javier Gómez Sevilla, por falsedad, aunque no hubo perjuicio para las arcas públicas. La ley, los matices y sus interpretaciones.