Las apariencias engañan

30 dic 2017 / 10:51 H.

Aparentemente se presentaba un año venturoso, pero no quiso papa. El 20 de enero tomó posesión Trump, un garrulo integral al frente del país más poderoso del mundo. Por aquí, nuestro trotón Rajoy, seguía cerrado en banda y mirando para Cuenca. Y en esta tesitura, la otra derecha nacionalista, la catalana, se rebrinca y le echa un órdago a todo lo que se menea y se pasa por el forro la Constitución, el Estatut, el reglamento del Parlament y hasta al lucero del alba. Con una izquierda más perdida que el barco del arroz e instalada en la indefinición ¡cómo añoro al PSUC de la Transición, con Gregorio López Raimundo, Toni Gutiérrez y Solé Tura!, estos tipos han llevado a este territorio a un callejón sin salida, a base de mentiras y sentimentalidad rancia, rompiendo la convivencia. Mientras tanto, el Estado lo desmoronan a pasos agigantados y lo Público cada vez más tieso. La derecha, en sus distintas versiones, campa a sus anchas y sigue haciendo caja a la par que los mangantes se pasean y se comen el turrón en sus casas. Este año, solo 2 de cada 10 jóvenes ha encontrado trabajo, por no hablar de las condiciones laborales. El algodón no engaña.