La vuelta al jamón

09 ago 2017 / 10:37 H.

Con los cuarenta recién estrenados y puestos a ser optimistas parece que acabo de consumir la mitad de mi vida. La canción de Rocío Jurado “Que no daría yo por empezar de nuevo” me martillea los últimos días enseñándome los dientes de aquello por lo único que he sentido auténtico miedo, la nostalgia.

Pero nada de tristezas, me encuentro en plena forma y como dice nuestro paisano Sabina “si la vida se deja yo le meto mano y si no aún me excita mi oficio”. Creo que ahora toca entrar en crisis y comprar alguna estupidez que seque mi cuenta corriente, pero como esta practica una deshidratación crónica he decidido que mejor escribo unas líneas y me desahogo. Pertenezco a la primera generación que no parece asumir sus responsabilidades reproductoras y que vive en un desasosegante equilibrio entre la herencia judeo-cristiana del valle de lágrimas y una percepción comprometida con el presente. Tras una católica escolarización y 4 años de catequesis practico un ateísmo consciente impuesto por la razón y la incomparecencia del interrogado, algo que solo deja espacio al vitalismo sensato como única religión a la que afiliarse. En lo político el escéptico pide paso aunque mi hígado todavía reclama la utopía del gobierno de los mejores. En lo personal soy todavía más descreído, acumulo amigos divorciados y otros que lo están deseando, aunque nunca me he sentido más humanista. Adoro a las personas, sus debilidades y miedos, el entusiasmo de reinventarse y darse a los demás como verdadera vocación vital. Me interesa la pasión en cualquiera de sus modalidades y venero a sus practicantes con sincera admiración. La familia y los amigos es lo que da sentido a todo, como en mi caso, si el amor incondicional no recibe un juicio sumarísimo por cada una de tus contradicciones.

Después de cuarenta tacos puedo confirmar el “ranciofacts” que la vida son cuatro días, pero puestos a contar me quedan los dos mejores. Al jamón hay que darle la vuelta y esta segunda parte, seguro, que es más sabrosa por todos los aromas y sabores que se han destilado por gravedad de la primera.