La sabiduría de desaprender

13 feb 2016 / 10:31 H.

Siempre llego a esta columna con miles de ofertas por describir, decenas de aniversarios a celebrar, algunos eventos por contar y unas cuantas cosillas de los políticos de las que es mejor no hablar, para que parezca que ya se han terminado. En este extraño invierno que vivimos tengo la ocasión también de hablarles del clima, del cosechón de fresas, o de lo floridos que están los árboles. Siendo hoy víspera de san Valentín podría recitarles algo de amor, de la felicidad de ser querido. Cuentas, rencillas y cuentos. Sea cual sea la noticia siempre hay que andarse con cuidado, porque nunca se sabe a dónde va a dar la piedra que al vacío se lanza. No hay que darle al infierno más madera, ni siquiera alabanzas a quien las merezca. Valga lo que valga la noticia, uno espera hasta el último momento para empezar a escribir esta columna y armarse de palabras que de puro vicio ya están romas. “De lo que él sabe, yo no sé nada. De lo que yo sé, a él le importa un pimiento” Dijo José Luis Cuerda, después de hablar con un hortelano. Allá donde expira el último acontecimiento, está también el eco de lo que no tiene importancia.