La radio, lo viejo y lo nuevo

14 feb 2016 / 10:30 H.

La razón de ser del invento no ha cambiado. Gente que se congrega para compartir historias cotidianas. Un micrófono, voces y música que penetran en el salón de nuestras casas, en el trabajo o en el íntimo perímetro del coche en el que viajamos. Y el milagro de las ondas, cordón umbilical que nos conecta con la función coral de la radio.

Hoy nos fascinan aquellos artesanales aparatos de galena con los que empezó esta historia. O las viejas radios con sus sencillas y elegantes cajas de madera, mientras buscamos la información, la música o pasar un buen rato con el espectáculo del fútbol en el ordenador, la tableta o el móvil. Si la tecnología pudo alumbrar la radio con el descubrimiento de Heinrich Hertz y los inventos de Alexander Graham Bell y Guglielmo Marconi, hoy la está cambiando tan rápido como viaja el sonido. Esa tecnología cambiado la forma de hacer radio y de hacer periodismo. Ahí están viendo pasar el tiempo los programas e informativos, pero las redacciones caminan desde antes de ayer hacia la producción de contenidos para la antena, la web, las redes sociales y los dispositivos móviles. La radio formateada, troceada, editada y publicada en los soportes de consumo masivo, rápido y también gratuito. Otro mundo de posibilidades para el entretenimiento y la información frente a nuevas audiencias de perfiles muy diversos. El presente y el futuro, nos dicen. Desde luego es un estímulo para los profesionales más jóvenes y un reto para los viejos. No es fácil dejar de ser analógico.

Así que la radio, aquella de la función en directo, micrófono y voces por medio, con millones de oyentes congregados en torno a historias comunes, se nos va quedando como una célula madre a partir de la cual creamos nuevos tejidos para construir otros cuerpos. Mis primeros recuerdos son de aquella época de la radiodifusión, en los años sesenta y setenta. La Marconi que teníamos en casa lucía en una repisa colgada en la pared. ‘Ama Rosa’ y ‘Los Porretas’; la música de ‘Los Bravos’ y ‘Los Canarios’ y la sintonía de ‘Radio Gaceta de los Deportes’, que seguía mi padre atento a las noticias del Atleti. Esa Marconi está ahora en mi casa. Dejó de escucharse hace tiempo.

La miro de vez en cuando y compruebo legible todavía en el dial el de Radio Tirana. Nunca pude sintonizarla, pero tras el rumor desajustado de su frecuencia, emitía música balcánica. Al menos eso canta Franco Batiatto.

La vieja radio solo espera que un día de estos la ponga en manos de Manuel Chinchilla, técnico con oficio que trabajó hasta ayer en la decana Radio Linares, para que intente reparar el destrozo que le hice metiéndole una corriente que no era la suya.