La moviola deportiva

22 oct 2016 / 11:38 H.

Semana de carreras, esprint, paseíllo y miradas al palco. Si empezamos por el final, la dimisión del presidente del Real Jaén, Higinio Vilches, y del vicepresidente, Juan Carlos Hidalgo, deja al club huérfano de esencia balompédica, sin la necesaria hilazón que une la historia de un club con su presente. Aunque el capital de fútbol hable chino —granadino si se hubiera terciado en este caso—, los clubes no pueden perder el contacto con la parroquia. De lo contrario se convertirían en franquicias, con madera falsa envejecida, recuerdos sepias manufacturados en Tailandia y relato compartido desde la sede central. Sin épica local que llevarse a la boca, el fútbol es un espectáculo descafeinado, un intercambio de cromos sin fidelidad alguna.

Si prescindimos de lo sentimental por otros argumentos, estas dimisiones, además, suponen que “los hombres” del alcalde, Javier Márquez, en el Consejo de Administración abandonen la nave cuando, en teoría, más cercana estaba la concesión administrativa del estadio de La Victoria. Un tiempo añadido, otro balón colgado al área para cimentar un proyecto ¿sólido? para este club. El máximo accionista, el empresario Juan Miguel Hitos, la da por hecha en la entrevista que abre esta edición. El roto, no obstante, ahora es evidente y se ven las costuras en forma de desencuentro y de aligerar peso específico en cuanto a nóminas se refiere. Una realidad financiera de Segunda B.

Sin abandonar la parcela deportiva, el equipo de Gobierno y oposición de Jaén, con mallas y a lo loco, hicieron esta semana un cambio de ritmo demoledor en la Plaza Santa María para dejar la San Antón fijada para los dos próximos años en sábado. En un tiempo récord. Prueba de fuego para determinar si la carrera y las lumbres en fin de semana son un complemento vitamínico extra para la ciudad. La consulta ciudadana, en todo caso, será a atleta pasado, con la “foto finish” ya enmarcada. En el cuerpo a cuerpo, la plataforma “San Antón en sábado” impone el criterio empírico de la exitosa edición del último año frente a la tradición defendida por la federación vecinal “Objetivos Comunes” que, de momento, se queda descolgada sin apoyos políticos para seguir en la disputa. Dos posiciones con argumentos racionales y dispares para defender esta Fiesta de Interés Turístico Nacional que tan buen “boca a boca” consigue en los foráneos que la prueban. Quizá ahora que el Ayuntamiento ataja el debate por la calle de enmedio, haya que pedirle mucho más para beneficio de la carrera y de la fiesta. Bien saben los organizadores de las lumbres, por ejemplo, que la ayuda municipal es pavesa volandera. Inane. Si de verdad se pretende mejorar lo que ya es bueno el equipo de Gobierno debe implicarse más, al igual que empresas privadas que pueden ligar su firma a una fiesta deslumbrante. Dicho esto, como corredor “sanantonero”, agazapado entre la feliz y sudorosa muchedumbre, la prefiero en fin de semana para poder compartir escapada con los que vienen de fuera. Sin “criminalizar”, por su puesto, a quien me lleve la contraria con sus buenas razones que solo de una fiesta hablamos. Aquí los únicos carros de fuego que están permitidos son los de Vangelis que se escuchan en la antigua calle García Rebull por un amante de los valores de la sana competencia deportiva.

Donde no reina armonía, y mucho menos lógica, es en la polémica a cuenta de las fuentes públicas jiennenses que salpica al socialista Manuel Fernández. Del rifirrafe político se pasó, rápidamente, al episodio judicial para dictaminar, de un lado, si el informe es un burdo corta-pega y si se utilizó solo para crear alarma social por una supuesta legionela. Hecho el “paseíllo” hacia el Juzgado, en diez minutos ya estaba declarado todo. Escasa enjundia judicial en la parte política del asunto. El que una vez que la Audiencia Provincial reabre el caso, tras recurrirlo el Ayuntamiento, no se presente nadie en el proceso solo sirve para aumentar la sensación de que todo vale en esas aguas, en ocasiones, tan estancadas de la política.