La metamorfosis

26 jun 2017 / 10:54 H.

Ya no viste traje y corbata, lleva las camisas por fuera del pantalón y, aunque en su mente no cabe la idea de dejarse melena, nada más verlo hace pensar en una completa metamorfosis. Es posible que la prejubilación haya supuesto un liberación que, en forma de huracán, se llevara por delante hasta la reglamentaria indumentaria de un empleado de banca. Lucas Martínez Ramírez (Mancha Real, 1959) empieza una nueva etapa en su trayectoria y, sin querer queriendo, se convierte en la cara visible de Podemos en Jaén. El recientemente elegido secretario general rescata del pasado su espíritu revolucionario, sus sentimientos sindicalistas y sus inquietudes políticas para regresar al presente con la intención de forzar un cambio de rumbo en su ciudad adoptiva.

Su actualizado perfil, cercano a la izquierda anticapitalista, encaja a la perfección con el prototipo que promueve su lideresa, Teresa Rodríguez, en Andalucía. Sin embargo, pocos pensaban que un directivo de banca durante más de treinta años, director de Relaciones Institucionales de Unicaja para más señas, casara con una fuerza política emergente que, precisamente, mantiene una lucha constante contra los beneficios bancarios. Él tiene motivos de sobra para desterrar equivocadas ideas y críticas que, en los momentos del candelero, afloran como el polen en primavera. Basta con escudriñar en sus orígenes estudiantiles, en la adolescencia más rebelde, para comprobar que sus ideales, convertidos más tarde en sentimientos, se mantienen firmes. Natural de Mancha Real, creció y se formó en Jaén hasta que “emigró” a Málaga para estudiar Económicas. Militó, en aquellos años del acné, en la desaparecida Joven Guardia Roja, considerada la juventud del Partido del Trabajo en España, hasta que dio el salto al Partido Socialista de Andalucía. Nunca olvidará el 4 de diciembre de 1977. En la capital malagueña fue testigo de la muerte de José García Caparrós, otro joven que recibió un disparo a poco más de un metro de distancia de él. No hubo juicio, pero Lucas Martínez se vio obligado a dar explicaciones a los más altos mandos de la Policía.

Terminó la etapa estudiantil y, sin oficio ni beneficio, lo llevaron al servicio militar. Fue un paréntesis obligado, como a la mayoría de los jóvenes de la época, una imposición de las pocas a las que se tuvo que enfrentar en su vida. Aprobó las oposiciones a la entonces Caja de Ahorros de Jaén y, desde entonces, hasta el próximo día 30, cuando se despedirá oficialmente de la entidad.

Recuerda que lo echaron del Partido Socialista de Andalucía por diferencias con la dirección, encabezada por Eduardo Gallardo, con quien, en la actualidad, se lleva de maravilla. Intentó matar el gusanillo reivindicativo en la Unión General de Trabajadores, un sindicato en el que se estrenó en 1985 y que abandonó hace tan solo tres años, y en cierto modo lo consiguió. Formó parte de Octubre Socialista, con Alfonso Fernández Malo, hasta que entró de lleno en el Partido Socialista. No es que fuera un militante activo, pero sí se convirtió en un referente. Tres años duró en la principal fuerza política de la provincia.

El 15-M marcó un antes y un después en sus ideales políticos. Empezó a tomar conciencia de la necesidad de arreglar el mundo alejado de la mesa camilla y empezó a abandonar, poco a poco, la corbata de bancario. El próximo viernes dirá adiós a treinta y dos años en la conocida ahora como Unicaja, toda una institución en Jaén en la que se atrincheró, en más de una ocasión, para impedir la entrada de jornaleros que, hoy en día, son sus compañeros de viaje. En sus pretensiones no está la idea de ser alcalde de Jaén, pero la metamorfosis puede continuar.