La mejor entrevista

    13 jul 2020 / 16:25 H.
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    En la historia del periodismo, en cualquiera de sus vertientes, la entrevista ha sido un género dilecto, el cual ya parecía prefijado en las universales páginas del Quijote y El buscón, como escritura que descubre los secretos longevos de la existencia en los ayeres inevitables de otro tiempo que será y es. Ahora bien, decir cuál fue la mejor entraña el riesgo de equivocarse. Si afirmamos que la preferida es la que le hizo Herbert Matheus a Fidel Castro en sierra Maestra, puede que acertemos. En el caso de considerar como la favorita la que Truman Capote hizo a Marlon Brando, es posible que también contemos con muchos votos a favor. En fin, puesto que la unanimidad no es una aspiración infinita de nadie que lea la realidad como filosofía sartreana, me atrevo a señalar que la que ha dejado más huella en los renglones siempre preclaros del periodismo, como un duelo (o un desafío) al sol, es la que David Frost (sin ser Gregory Peck) hizo a Richard Nixon. Veintiocho horas, reducidas a seis, en la televisión, con cerca de cincuenta millones de espectadores, en cuatro sesiones de hora y media, tuvieron semántica y enigma hasta el final. Como si el diálogo hubiera sido cine de David Fincher; o, tal vez, una novela escrita por Orson Welles y Frank Sinatra.

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