La mejor creación

05 may 2019 / 11:05 H.

Una profe a sus niños: A ver, mañana quiero una redacción con la frase “madre, no hay más que una”. Al día siguiente. A ver Pablito: Pues maestra; en esto que un niño estaba jugando con un patinete y ve la madre que se iba a caer y a punto de caerse llegó su madre, porque “madre, no hay más que una”. Muy bien. A ver Jaimito: Ahí va maestra; en esto que vienen unos invitados a casa y me dice mi madre que traiga unas coca-colas del frigo, y yo, al abrir el frigo, le dije, “madre, no hay más que una”. En fin, el pobre Jaimito. Pues así son nuestras madres, que, cuanto menos agraciados son sus hijos, más les quieren. Normalmente, antes de inocularnos en nuestras conciencias la perfidia del aborto, cuando aún se vivía con Dios y con la Virgen María, hace tan solo unas pocas décadas, normalmente, el amor de una madre no podía ser superado más que por el amor que nuestro Padre Uno y Trino y nuestra Madre la Virgen nos tienen. Una madre no pedía nada, lo daba, porque sentía que su hijo es su extensión viva. Pero hoy, ¿qué nos pasa a los padres y madres de hoy? ¿Dónde nos han metido? ¿Atendemos/queremos a los hijos como nuestros padres nos quisieron y atendieron a nosotros? ¿En qué estamos?