La guerra Jaén-Granada

27 feb 2016 / 10:49 H.

En pleno debate sobre Democracia o República, en cualquiera de sus modalidades simétricas o asimétricas, conviene mirar hacia atrás en la Historia para descubrir que no es la primera vez que se intenta, con resultados “estrambóticos”. Así ocurrió a finales del siglo XIX en el denominado sexenio revolucionario o, más concretamente, en la Primera República que tan sólo duró once meses. En él, una treintena de provincias, ciudades y pueblos se declararon asimismo repúblicas independientes (en Andalucía todas las capitales a excepción de Huelva). Granada y Jaén, proclamados cantones independientes y, por cuestiones del desacuerdo de fronteras, se declararon formalmente la guerra iniciándose cuando el Comité de Salud erigido en Gobierno del Cantón o de la República Cantonal de Granada (duró 22 días) le declarara la guerra a la República de Jaén, comprando armamento para defenderse de los vecinos. Esta declaración de guerra existió porque así lo refiere el que fuera presidente de la República española, don Emilio Castelar, en sus Memorias: “tratábase de dividir en mil porciones nuestra patria, semejantes a las que siguieron a la caída del califato de Córdoba. De provincias, llegaban las ideas más extrañas y los principios más descabellados. Jaén se apercibía a una guerra con Granada”. Más rocambolesco fue el de la República Independiente de Motril, que sintiéndose aislada y ninguneada, tanto por Granada como por Madrid, se declaró independiente el 22 de julio de 1873, llegando a acuñar papel-moneda, aunque su existencia fue efímera, pues, a los pocos días se presentaron en sus costas dos buques de guerra provenientes de la República Independiente de Cartagena que tan sólo se marcharon cuando consiguieron 8.000 duros de las principales fábricas de la costa (¿sería el precursor del 3% de comisión?). Desde el verano de 1873 hasta el día de hoy, la guerra formalmente ha continuado puesto que la paz nunca se firmó, pues los responsables tenían prisa por “desaparecer” cuando las tropas del general Pavía vinieron a poner orden. Recapitulando con algo de ironía “hazañas” afortunadamente no bélicas, parece ser que Jaén lleva la delantera: en lo intelectual no sólo recuperamos nuestra universidad en 1993, sino que además les hemos colocado dos rectores jiennenses: Lorenzo Morillas y David Aguilar; en lo territorial los jiennenses hemos ocupado masiva y legalmente las playas del litoral granadino (con la consiguiente difusión de Diario JAÉN contrarrestando la “máquina propagandística” de prensa “Granaína”) y además hemos “usurpado” el aeropuerto de Granada; y en labores de “espionaje”, el de los agricultores de Granada a nuestra industria aceitera fue contestada con la creación de la Casa de Jaén en Granada hace 30 años en el precioso palacete de la calle Jardines de la capital “enemiga”. Es cierto también, que los principales símbolos permanecen en cada bando: nosotros con nuestro Padre Jesús, nuestro Castillo y nuestros olivos, y ellos con su virgen de las Angustias, su Alhambra y su “malafollá”. En fin, que creo yo que nuestras autoridades deberían cualquier día firmar formalmente la paz entre sonrisas tras 143 años, y de paso dar ejemplo a este país de cuanto bien hace pensar en lo que nos une a todos y no en lo que nos separa.