La disyuntiva

23 oct 2016 / 11:34 H.

Tal vez este partido no se merecía tan cruel acorralamiento, tan inmisericorde obligación de decantarse por dos opciones, igualmente nefastas. Son ciertos los reproches de carencias que se han formulado, respecto de la exigible anticipación de la toma de decisiones, desde el 27 de junio, fecha en la que el fatum de los dioses, como si de una tragedia griega se tratase, vuelca sobre la política de izquierdas una torrentera de oprobios y mezquindades. En tal sentido, acaso, haya tenido alguna justificación el descabalgamiento del secretario general defenestrado, extremo que, en un sentido u otro, terminará por explicitarse: si se priorizó o no una razón de partido, existiendo en la convicción de aquella ejecutiva el propósito de una terceras elecciones y, en consecuencia, ideando una actividad de hechos consumados —consulta a la militancia, congreso, etcétera—, para perpetuarse en el poder. No lo sé, pero, en aquella fecha, ante la disyuntiva que atenazaba a Pedro Sánchez, recordé las palabras que Platón atribuye a Sócrates y que me hubiera felicitado estuviese en el discurso de mi secretario general: “Que hablen todos los mayores y más sabios que yo —pide— y después, si tengo algo nuevo que decir, es cuando hablaré yo”. No fue así. Las palabras oídas, venían referidas a la consulta a la militancia y a la celebración de un congreso en los primeros días de octubre, es decir, se sobreentendía que, en la disyuntiva planteada, la opción eran nuevas elecciones. Con ello, no pretendo justificar el patio de vecinos en discordia en que consistió el pasado Comité Federal. Triste espectáculo. Tampoco se lo merecía este partido que impulsó y trajo la modernidad a España. La gestora saliente de dicho Comité Federal, sin exteriorizarlo, tiene una idea clara sobre la opción que debe adoptarse, tal vez extraída del refranero popular que, solo en ocasiones, es tan sabio como Sócrates: “Ninguno sus fuerzas pruebe con lo que no puede”, que dicho en los versos de Ercilla en la “Araucana” equivale a “Que no se puede andar mucho en un paso / ni encerrar gran materia en chico vaso”. Con todo, si toca casarse con la más fea, para evitar la indigencia o inestabilidad de muchos, es de esperar que ya exista una batería de iniciativas legislativas que, desde la oposición, alivien la vida de este país. Este domingo lo sabremos.

Las dilaciones tendenciosas que posterguen la posibilidad del cambio político aunque sea solo parcialmente, tan exigido por toda la sociedad de este país, constituye o debe de constituir un anhelo para el universo de la izquierda. Me refiero al desempleo, a políticas de izquierdas sin atisbos de radicalidad o endebles populismos. Veremos.