La décima planta

    18 may 2019 / 11:13 H.

    Tras diez estaciones de ascensor o tropecientas escaleras si no funcionaba (era como subir el Angliru, pero a pata), te topabas con Radio Cadena Española. Allí, en el 1984, te recibía el tan querido como añorado Fernando Arévalo, en su despacho de puertas abierta. Justo al lado estaba la discoteca de la emisora, un espacio diáfano y con sus paredes forradas con los cerca de 28.000 discos de vinilo que albergaba. Ese era el territorio de Rafa Valera que, desde la pecera, preparando sus programas de flamenco, nos observaba dar bandazos por las estanterías y divagar con nuestros guiones. Un hombre pegado a un puro que siempre estaba al quite para serenarnos, orientarnos y animarnos con algún chiste camastrón. Su socarronería milenaria nos acompañó durante toda la temporada y trabamos una amistad inquebrantable hasta el final. Un día se me acercó para susurrarme cariñosamente. “Paquito, ¿quieres ver de primera mano lo que ha sido la censura franquista aquí?”. Entonces empezó a sacar un montón de discos de Serrat, Paco Ibáñez... pasados literalmente a tijera o a cuchilla. Él me enseñó eso y mucho más, hoy te seguimos añorando y admirando.