La corrupción mata

06 ago 2017 / 11:18 H.

Fue patético e indignante oír, en días pasados, al representante de los familiares de los militares fallecidos (62 españoles, 12 ucranianos y 1 bielorruso, en total 75 personas) en el infausto suceso del avión Yak, en Turquía, en 2003. A pesar de que al principio se intentó justificar el suceso engañando a la opinión pública presentándolo como un accidente en una misión de solidaridad y se volvió a engañar a los familiares de los fallecidos, pretextando una apresurada urgencia, con los restos encontrados que llevó a los responsables de los análisis (a causa de las presiones del gobierno español), a entregar restos confundidos, los familiares no aceptaron las explicaciones oficiales por las muchas contradicciones y errores de los dirigentes de turno, al frente de los que se encontraba el Ministro de Defensa, Federico Trillo. Ante la más que evidente injusticia los familiares han luchado durante 15 años, para que se aclarasen las cosas y se pudieran exigir las responsabilidades si había motivo para ello. Hasta ahora la “sordera” de las autoridades militares y de los responsables políticos intentaban pasar página del infausto suceso hasta que por fin la actual Ministra de Defensa ha reconocido las responsabilidad del Ministerio por haber enviado a los militares sin las garantías suficientes aprovechándose unos corruptos responsables (algunos de los cuales portaban un fajín que les servía para no “reventar de brutos”) que han logrado destruir pruebas, desapareciendo los contratos de alquiler que probarían la corrupción. Decía el representante de los familiares de los desaparecidos: ¡La corrupción mata! ¡Qué gran verdad! Los corruptos dan lugar a muertes directas, como en este caso, o indirectas con tal de apoderarse del dinero que habría servido para remediar la carencia de hospitales o de atención a necesidades sociales como la dependencia, discapacidad; medios económicos para atender necesidades que como el paro, construcción de colegios dignos donde los niños no pasaran frío o calor excesivo, etcétera, etcétera.

Hoy, a larga lista de corruptos existentes, dentro del partido gobernante, habría que añadir también el gran número de beatos, fariseos y embusteros que han venido triunfando con el viejo lema de los insensibles: ¡El muerto al hoyo y el vivo al bollo!