La atracción del mar

27 ago 2017 / 11:04 H.

Yo, que soy de interior, de montaña diría, envidio los lugares con mar. No sé si de manera sana o insana, pero cada vez que visito un lugar con mar, me dan ganas de dejar el terruño y tirar para allá para el resto de mi vida. No sé si esa atracción que ofrece el mar para mí es igual para muchos de los que vivimos en ciudades que no gozan de ese privilegio. El mar es como la vida; es la vida, es la muerte, es la alegría, es la tristeza, es la libertad, es cosmopolita, es abierto, es negocio, es riqueza, es soñar, es furia, es calma... No cambio una habitación con vistas a la Torre Eiffel de Paris, ni a la Puerta de Brandeburgo de Berlin, ni a la Alhambra de Granada, por un ventanuco con vistas a cualquier mar, esté dónde esté esa agua azul que invita a meditar y que ofrece una paz que en ningún otro lugar se puede alcanzar.

Por muchas grandes maravillas que sea capaz de crear el ser humano, jamás llegará a hacer algo así. Alguien dijo que el mar lo devuelve todo después de un tiempo, especialmente los recuerdos. Quizás sea por eso por lo que siempre lo busco.