La Atlántida en Jaén o Platón no era arqueólogo. Marroquíes Bajos

13 abr 2017 / 11:49 H.

Extraña la reacción que han tenido algunos de mis paisanos a raíz del documental de James Cameron sobre la Atlántida y la hipótesis, de Georgeos Díaz-Montexano, de que Marroquíes Bajos era una ciudad hermana de la capital de Atlantis, y la mía: que la ciudad calcolítica pudo ser el referente de la narración de Platón. Extraña y sorprendente reacción porque muchos comentadores utilizan algunas de las afirmaciones del relato de Platón para afirmar sin más que es un mito y que relacionar la Atlántida con la ciudad calcolítica es una tontería. Pero la Atlántida no es un mito, sino una fábula creada a partir de una “historia verdadera”, según dice Platón en el Timeo. También se ha dicho que Critias, el personaje a quien Platón asigna el relato, era uno de los treinta tiranos, cuando lo más probable es que se trate del “bisabuelo de Platón, es decir, abuelo del tirano.” Pero qué importa que fuera, o no, uno de los treinta tiranos, o el mayor malvado de todos los hombres, para que la historia tenga un fondo de verdad.

Que una fábula puede tener un fondo de verdad es algo de sentido común y más que demostrado en filosofía de la historia y en teoría literaria. Y más cuando encontramos hechos que lo avalan. También Troya fue un mito homérico hasta que el tendero metido a arqueólogo Heinrich Schliemann cambió el curso del estudio de la historia y demostró que Troya había existido. Creo que estudiar de manera seria la posibilidad de que la macroaldea neolítica de Marroquíes Bajos sea el modelo que eligió Platón para elaborar el mito de la Atlántida no es una tontería, ya que la otra hipótesis, la de la ciudad hermana de una Atlántida hundida en el océano, sin evidencias de tipo geológico que prueben un cataclismo de la magnitud necesaria o restos arqueológicos en la zona, es una hipótesis sin base alguna. En mi blog estoy haciendo un estudio del texto comparándolo con los datos arqueológicos.

Critias insiste en que es una historia verdadera que le contó su abuelo, del mismo nombre, cuando tenía 10 años; al abuelo se la había contado un pariente y amigo, Solón, y a este unos sacerdotes egipcios. Como se ve la historia no es de primera mano y ya sabemos lo que pasa cuando un relato pasa de boca en boca. Sin embargo, algo de verdad siempre queda, sobre todo cuando los que hablan son personas versadas en las artes narrativas y en los temas que se tratan. La imaginación puede partir de la memoria y añadir elementos de ficción a los datos que esta ofrece como reales, hacer variaciones sobre ellos y eliminar otros. Este proceso ha sido estudiado por los psicólogos cognitivos Flower y Hayes: la intervención de la memoria a largo plazo en el proceso de composición de textos y cómo esta es modificada en el proceso de composición, mediante la revisión y corrección del texto. Este proceso cognitivo no anula la realidad de base, los datos empíricos recordados, sino que los varía y transforma.

Un artículo de “ABC” reflejó que el filósofo Francisco García Moreno afirma que “cabe la posibilidad de que Platón se refiriera en los ‘Diálogos’ a un reino concreto, real, si bien desprovisto de elementos fantásticos”. Es decir, que es probable que Platón, a través de su personaje Critias, rescatara la narración, que oyó cuando era un niño de 10 años, de su memoria a largo plazo. Así al menos lo explica detalladamente en el Timeo y cuenta cómo la ha reconstruido a pesar del tiempo pasado. Dicen Flower y Hayes: “La memoria a largo plazo es una entidad relativamente estable y tiene su propia organización interna de la información. El problema que presenta esta última es, en primer lugar, lograr obtener la información —es decir, encontrar la clave que nos permitirá recuperar una red de conocimientos útiles—. El segundo problema que enfrenta un escritor es, en general, reorganizar o adaptar la información para satisfacer las exigencias del problema retórico” y “transformar o reorganizar ese conocimiento para satisfacer las diferentes necesidades del lector.”

Evidentemente, Platón a través de Critias no cuenta exactamente lo que oyó, sino que adaptó su relato a la función que este debía cumplir en el diálogo, a sus intenciones y a las necesidades de su lector. No se le puede exigir rigor histórico, porque no es esa su intención ni la función que debía cumplir su narración. No se le puede exigir precisión en las medidas, ni que sea un relato histórico tal y como nosotros, ciudadanos del siglo XXI, entendemos que debe ser un relato histórico para que sea creíble. No obstante, entre el relato arqueológico sobre Marroquíes Bajos y el relato platónico hay sorprendentes similitudes

La única manera de comprobar si la ciudad calcolítica pudo ser el referente de la narración platónica es partir de los datos reales. En nuestro caso estos nos los proporciona la observación directa y los datos que pone a nuestra disposición la arqueología. Así, si admitimos como hipótesis que Marroquíes Bajos es el referente de la descripción platónica de la Atlántida tendremos que aceptar, de la narración de Platón, los datos que se puedan corroborar con la observación directa y la catalogación y teorización arqueológicas. Son:

—Una ciudad o macroaldea circular con anillos alternos de agua y tierra, en “un monte bajo por todos lados”, dice Platón, aunque luego se contradice al relatar cómo construyeron un canal para que desde el mar entraran en la ciudad los barcos.

—Esta ciudad se crea como agregación de la población autóctona: partiendo desde el centro crece hacia la periferia mediante ampliaciones. En la narración mítica fue creada por el dios Poseidón y por sus descendientes nacidos de su unión con Clito; en la arqueológica, por poblaciones dispersas que se unen.

—Esta ciudad mide 11 estadios de diámetro, según el relato platónico. Hay distintas conversiones en metros para el estadio griego con una diferencia entre ellas de -+30m. Si aceptamos la del estadio ático de 174,125 metros, nos da 1.915,375, una diferencia mínima con respecto al diámetro máximo de los anillos de la ciudad de Marroquíes.

—Esta ciudad se halla en una isla o península de dimensiones semejantes a Andalucía. La navegabilidad del Guadalquivir en aquella época debió ser mucho mayor que en la actualidad debido a la menor cantidad de depósitos sedimentarios, por lo que podría ser considerada una península. En época romana y hasta la Alta Edad Media era navegable hasta Córdoba.

—Desde su creación fue mejorada por las generaciones posteriores. En el caso de que los fosos se hayan construido como un agregado y no como un sistema no marca diferencias con el relato platónico. También Platón dice que los atlantes fueron mejorando su ciudad.

—Los habitantes de la Atlántida construyeron canales que, “tras recibir las corrientes que bajaban de las montañas y rodear la llanura, llegaban a la ciudad por ambos lados y allí dejaba fluir el agua al mar”, como en Marroquíes Bajos.

—En el extremo de la península se halla Gadiria (Cádiz).

—El lugar permitía una economía autosuficiente y era rico en recursos para la subsistencia.

—Existían abundantes manantiales de agua fría y caliente.

—Había muchos y se trabajaban los metales.

—Existía un orden legal establecido que permitía la convivencia y armonía social.

—En esta cultura existía una techné y una episteme, es decir, una técnica y un conocimiento, relacionados, cuya manifestación más evidente es la forma circular de la ciudad y su relación con el paisaje circundante. El estudio de estos puede hacernos conocer cuál era su cosmología y su visión del mundo.

—Entró en decadencia por cuestiones sociales o morales.

Estos son datos para tomarse en serio la hipótesis de que Marroquíes Bajos pudo ser el referente de la narración platónica sobre la Atlántida. Pero hay más, si enmarcamos nuestra hipótesis en un contexto más amplio y tomamos en consideración las narraciones míticas mediterráneas que se refieren al extremo occidente, y que hacen referencia a una civilización relacionada con el origen, ya sea del hombre, de la religión o de la cultura. Hay autores que escribieron en este sentido sintetizándolo en la frase latina Ex Occidente lux, es decir, que el centro civilizador estuvo en el occidente mediterráneo. Entre otros, lo han afirmado este último autor en su Teoría de Andalucía, Paredes Grosso en El Jardín de las Hespérides y Romero Esteo en Tartessos y Europa o Vázquez Hoys en Las golondrinas de Tartessos.