La ambición

29 abr 2018 / 10:53 H.

Cuando el movimiento 15-M removió los cimientos de nuestra democracia y se replanteó por la sociedad civil su relación con políticos y banqueros, allá por 2011, se hizo hincapié en imponer un código de conducta nuevo a favor de la gente de a pie. El movimiento tardó en cuajar pero sin duda llegó, parece que, para quedarse. Por el lado izquierdo Podemos y por el derecho Ciudadanos. Hoy ambos suman casi un cuarenta por ciento de nuestra democracia. Sus promesas: honestidad, transparencia, luchar por los ciudadanos con líderes y comportamientos diferentes a los de los políticos del bipartidismo. Carolina Bescansa ha estado en Podemos desde el primer día y cuando se ha hecho pública su voluntad de cambiar al líder supremo y su aspiración para sustituirlo, ha demostrado —como tantos otros que la precedieron—, que siendo lícita su aspiración: era a destiempo y favorecía la división en lugar de remar con todos. Pensó solo en ella y no en el interés general. Podemos decir que ha sido sólo ambición, otros que traición, pero desde luego lo que la iguala con los antiguos políticos a los que tanto denostó: es su ilusión por el sillón. ¡Por favor!