La Alameda nocturna

20 sep 2017 / 11:01 H.

Rumor conventuales de las monjitas franciscanas descalzas. Horas nonas, o las sentidas oraciones de unas mujeres que en lo mejor de sus vidas se casaron con Dios, renunciando a esta vida loca que no tiene el rumbo definido. Ya está la Luna jugueteando en las aguas tranquilas del pilar, en donde beben las personas en los grifos, y los mulos labriego soplando con sus belfos para apartas las pajuelas y beber del pilón refrescante. La gente está en el cine de la Plaza de Toros viendo “Las cuatro plumas” o “Fumanchú ataca”. En el Portillo de San Jerónimo, los vecinos de las cuatro casas blancas como palomas, siguen apurando, charla que te charla, las manecillas del reloj, que avanzan inexorables hacia el manto negro de la noche bordado, en azabache y oro de lejanas estrellas. El calor, como siempre, entonces eso del cambio climático estaba por venir, era más bien el horno de una tahona artesana donde se cuece el pan bendito de cada día. En la Alameda aún siguen esas parejas remolonas que ni quieren cejar en decirse te quiero más que a las niñas de mis ojos.