Juntos y muy revueltos

30 dic 2017 / 10:51 H.

El PP está empeñado en escribir uno de los episodios más lamentables en su historia reciente en la provincia. El último pleno de la Diputación Provincial mostró, otra vez, con luz y taquígrafos que dice el tópico, que el partido tiene una herida abierta por donde se desangra y el liderazgo regional del presidente del PP andaluz, Juan Manuel Moreno Bonilla, ha hecho mutis (por el foro) y prefirió salir de escena. Descartado un acuerdo entre las corrientes enfrentadas, cuando se cerró en falso la elección del presidente en un congreso barroco, la carpeta sigue abierta y no hay semana que no incorpore documentación fresca con agravios, cruce de acusaciones en redes sociales y palabras malsonantes, todo rudo, bajero, nada edificante. La estrategia de dejar caer al bando de Miguel Moreno, el alcalde de Porcuna, archienemigo Marvel del nuevo presidente del PP en Jaén, Juan Diego Requena, escribió un nuevo capítulo al retirarle al exacalde de Andújar, Jesús Estrella, la liberación de la Diputación Provincial para entregársela al actual secretario general del partido, Francisco Palacios, a la sazón alcalde de Los Villares. Aunque el partido intente, sin conseguirlo, desligarlo de la lucha fratricida, todo se enmarca en un enfretamiento directo y a la yugular, por más que Miguel Contreras, como portavoz del PP en el organismo y mucho más en el partido, lo enmarcara dentro de una “normalidad” que ni cuando pase “Bruno” volverá.

El maltrago en el salón plenario no se podía disimular ni mirando la tableta, ni el móvil, ni con sorbitos de agua. El ambiente en la trinchera del PP es irrespirable y la tensión difícil de disimular. Todo se complica cuando tienes que estar ojo avizor con el que hasta hace unos días compartías el tabaco. En su intervención en el pleno, y a modo de “testamento político” o exaltación a lo William Wallace en Braveheart, Jesús Estrella, hizo una definición de su concepto de lealtad que, aunque “ni se compra ni se vende”, parece estar tasada en política. “La lealtad ni se compra ni se vende, sino que se gana y se conquista sobre la base de profundas convicciones cimentadas sobre el respeto, la razón, la justicia y sobre todos aquellos valores que nos hacen ser y sentirnos libres”, resumió en sus redes sociales. Valores que, a día de hoy, entiende que no cotizan en la organización jiennense.

Y este mercadeo público de sillones, liberaciones y presiones para cambiar de bando en mitad de la refriega es el que rebaja a la política al lodazal. Sin códigos, con todos los intereses creados y reduciendo la cosa pública a una lucha en el barro. Una danza de ambiciones y traiciones donde se baila agarrado y, solo en ocasiones, saltan a la luz pública esta coreografía que se incorpora a la lista de descrédito que arrastra la política con letra pequeña. El anuncio de abandonar el partido de la corriente critica aglutinada en “Jaén adelante” se confirmará en breve porque estaba supeditada a la apertura de un expediente disciplinario a José Enrique Fernández de Moya y Javier Calvente por su gestión en el Congreso Provincial del PP que nunca llegará. No se puede gestionar peor el futuro del PP. Y, de momento, nadie hace ejercicio público de contrición.

El fallecimiento de una paciente en el Hospital “San Juan de la Cruz”, tras pasar más de 12 horas sin ser atendida, es un caso dramático en el que, sin duda, habrán confluido una serie de incidencias que no restan un ápice a la gravedad de los hechos. A las explicaciones de la delegada de Salud, Teresa Vega, y del director del centro, Antonio Resola, habrá que sumarle un informe completo y público de todo lo que falló ese día. Por respeto a Aurelia y al sistema público sanitario andaluz.