Jueves de dolor

18 abr 2019 / 09:40 H.

La tradición ya viene definiendo un día como el de hoy, Jueves Santo, como una jornada de pasión y dolor que cala en no pocos ciudadanos creyentes que rememoran en estos días la pasión de Jesús. Dolor que se agranda en las cofradías que, si los pronósticos se cumplen, no podrán celebrar hoy sus desfiles procesionales por causa de la lluvia. Es doloroso que todo un año de trabajo ilusionado no pueda darse a conocer públicamente por las calles de Jaén. Sí, éste es un jueves también pleno de dolor para una familia, entre la que me incluyo con el derecho que me da la amistad más entrañable y fraternal. Una familia de Santisteban del Puerto que el pasado martes sufrió la inesperada pérdida del cabeza de familia, Juan José Armijo Guerrero. Estaba yo en el Hospital Princesa de España junto a mi esposa —que no acaba de encontrar el camino de la mejoría y ha vuelto a ser ingresada— cuando recibí la llamada de Rocío, hija de Juanjo Armijo. Me dijo escuetamente, “Vica, me padre ha muerto”. Me quedé frío como el mármol. No lo entendía, no podía creerlo cuando he estado hablando con Juanjo varias veces hace pocos días y se encontraba, como siempre, pletórico de entusiasmo por seguir haciendo más conocida cada día la historia de Santisteban y sus gentes. Incluso estábamos comprometidos para hacer un “trabajo” literario sobre el alcalde de Santisteban, que yo decidí dejar hasta que pasen las elecciones para no parecer que intentamos hacer campaña. Él siempre estaba caminando entre su pueblo y Jaén. Pero dejó de contestar a las llamadas del móvil. Sus hijas fueron a su casa y lo encontraron muerto, así, en silencio, súbitamente. Todavía me cuesta admitirlo, porque recuerdo nuestras últimas conversaciones, siempre con la promesa de vernos en Jaén para tomar una copa, como tantas veces hicimos a lo largo de más de 30 años de amistad. Juanjo recibirá hoy sepultura en su Santisteban del alma, a la que tantas páginas dedicó en sus libros y en sus miles de colaboraciones literarias en la prensa escrita. Estará rodeado del aroma de esas flores de cantueso que él evocó en sus libros. Ya estará junto a nuestro amigo común, Paco Olivares, otro cantor de Santisteban, recordando viejas anécdotas bajo el manto de la Virgen del Collado. Sus hijos Juanjo, Rocío y Carmen y sus dos nietos pueden estar orgullosos de su huella ejemplar. Y que sepan que hoy, Jueves de dolor, todos lloraremos juntos su pérdida.