Jubilarse viene de júbilo

20 ene 2018 / 09:42 H.

A lo largo de la vida nos vamos fijando diferentes metas, tanto en el ámbito personal como profesional, que nos permiten llevar el camino con más determinación, orgullo y motivación. Llegar a la jubilación se dibuja como esa cinta que aspiras atravesar al final de una larga carrera que es de alta velocidad en algunos tramos, con desniveles considerables en otros, o de “cross running montain”, en definitiva una compleja e interminable “Ultra Trail”. Al otro lado de esa cinta, toca estirar, descansar, cambiar el ritmo de correr por el de andar, relajarse y dedicarse a tantas pasiones aparcadas por falta de oportunidad en los kilómetros recorridos. Jubilarse viene de júbilo y con 65 años deseamos poder recoger los frutos de una cosecha que ha durado toda una vida laboral. Desde el kilómetro uno hemos contribuido vía cotizaciones a financiar esa área de descanso del corredor, aspirando a, cómo poco, poder seguir nutriendo de energía los músculos bajo una piel algo más arrugada. Sin embargo, la carrera se va apretando y, en algunos tramos, los corredores están más que masificados. Los nacidos en el periodo posterior a la II Guerra Mundial, entre 1945 y 1964, denominados “Baby Boomers”, llegan ahora a la meta. Pero el tramo más amplio de nuestra demografía está en la siguiente generación, entre 1965 y 1979, donde se dieron los inusuales repuntes de tasa de natalidad. En su momento agotaron el “hula hoop”, elevaron a 52 la ratio alumno por clase, improvisaron como pupitres los escalones de aulas en la universidad, forzaron los excedentes de cupo, hicieron que hubiera que reservar un salón de bodas antes de conocer a su pareja, y, recientemente, se les podría imputar una auténtica burbuja inmobiliaria. Ahora les ha dado por correr, y agotan dorsales y zapatillas de running en los portales de internet. Estamos ante una auténtica bomba de relojería demográfica que duplicará el número de pensionistas en los próximos diez años. Esto obliga a replantear un sistema de pensiones que en la actualidad presenta un saldo deficitario. El ahorro generado en la hucha de las pensiones, prácticamente se ha agotado en cinco años, y las expectativas no son nada halagüeñas al afrontar jubilaciones cuantiosas sin apenas colchón financiero. En 2017 se ha creado empleo en niveles que permiten pensar que recuperaremos pronto el número de cotizantes que teníamos antes de la crisis, pero con todo eso, el número de jubilados es mucho mayor. Un factor clave de mejoría es la esperada subida salarial y la inevitable prolongación de la edad de jubilación ante el aumento de la esperanza de vida. Cuando llegas sin apenas reservas a la meta y te indiquen que no te puedes parar y que hay que dar otra vuelta, es cuando necesitas de una fortaleza mental y física olímpica para mantener el ritmo. Igualmente se requiere un aumento de los salarios, acompañado de aumentos de productividad que compense las cargas a las empresas, así como repartir el coste de la seguridad social entre trabajador y empleador. Al mismo tiempo no sería una solución el financiar este pago de pensiones con el pago de impuestos como el IVA o el IRPF, pues trasladaría el problema de un compartimento a otro de los mismos presupuestos. A largo plazo, los economistas coinciden en que hay que introducir un componente de capitalización privada, ya sea a través de la empresa o del propio trabajador, que pueda compensar la pérdida de poder adquisitivo que van a suponer las pensiones públicas. En el caso de Jaén, la pensión media es la más baja de Andalucía y la que menos ha aumentado respecto al año anterior. Como si no tuviéramos cuestas en el camino.