Jaén, una dama dócil y muda

06 ago 2017 / 11:18 H.

Que Jaén está en el vagón de cola no escapa a nadie. Los índices de PIB, desempleo y pobreza ilustran claramente un territorio más propio de algún estado africano que de la España del s. XXI. Con este panorama, resulta cuanto menos inaudito que la población se haya acomodado tanto, de tal forma que apenas hace nada por remediar algo, ni tan siquiera para reclamar a las instituciones. No se atisba movimiento alguno tendente a cambiar las cosas. Nos hemos acomodado y los dirigentes lo tienen fácil con Jaén, bastan unas migajas de vez en cuando para conseguir mantener al Pueblo tranquilo e inmóvil. Ante esto, no vale más que alzar la voz. Conseguir un grito coral, que suene fuerte, amenazador para los poderes. Si no somos capaces de reivindicar, exigir mejoras para un futuro más digno, no vendrán los políticos a poner remedio a nuestros males, muchos y graves. Jaén es rico en muchas cosas pero le pierde su docilidad y donde los gobernantes tienen un gran campo para experimentar, saber hasta donde se puede subyugar a todo un territorio sin que haya contestación.