Jaén,
tierra íbera

12 dic 2017 / 09:26 H.

Otra vez diciembre con su espesura blanca y su boca de león hambriento. Diciembre de luces adornando los cielos y soledades haciendo goteras en los techos del alma. Diciembre es el mes de la nostalgia disfrazada de alegría y fiesta, el mes del perdón y de pasar por alto las rozaduras. Este diciembre trae a Jaén un regalo anticipado, el mismo Rey Felipe VI lo trajo ayer para abrir las puertas del Museo Íbero que será, si no cae en el descuido y abandono a los que está sometida Jaén por parte de los organismos oficiales y el gobierno autonómico y central, un referente para Europa como afirmaba hace un tiempo el arqueólogo y director del Instituto Universitario de Investigación en Arqueología Ibérica de la Universidad de Jaén, Arturo Ruiz. Prueba de ello es que para llegar al día de ayer y que por fin el Museo fuera una realidad han pasado casi veinte años de dimes y diretes, de sí pero no y de todas esas cosas a las que no acabamos de acostumbrarnos los que queremos bien a nuestra ciudad. Jaén se merece resurgir, ojalá este diciembre sea el principio de todo lo bueno que se merece y pueda volver a ser lo que fue en otras épocas, cruce de caminos y culturas, fuente de riqueza y luz. La cuna de la Dama, el Príncipe, el Héroe y la Diosa.