Jaén, carretera y manta...

19 mar 2017 / 11:24 H.

En el caso improbable de que el Estado desapareciera, ajusticiado por nuestros desmanes, nos quedaría el repliegue hacia los pueblos, célula madre de la arquitectura social y política, base del espacio cobijo. El precursor paleolítico del AVE permitía mirarlos con cierto sosiego, mientras el humo del cigarro escapaba por la ventanilla del pasillo y el vagón se mecía a derecha e izquierda de la vía. En el departamento, recostado sobre el eskai azul cielo del asiento, la línea de traviesas sobre el raíl desfila con cierto vértigo de velocidad mientras los árboles pasan con la cadencia de las imágenes del cinematógrafo de Lumiere. La perspectiva del pueblo que se avecina dispone una línea de tejados ocres y paredes blancas sobre las que emerge como una aguja el campanario de la iglesia. Tal vez en otro vistazo desde el tren se recorte el trazo viejo y derruido de un castillo o, sencillamente, la frente y la nariz de un cerro vigía sobre el panal de casas. Es un trazo a medio cuerpo, un boceto que va desvelando detalles conforme se acerca la máquina a la primera fila de viviendas. No suele verse a los vecinos por las calles. Solo algunos paisanos deambulan por la estación, al menos un ferroviario y el cantinero. Solo tienes que bajar y adentrarte por su calles, ir a la plaza, o al bar, incluso a la iglesia; tal vez al ayuntamiento. Hay poco más de tres mil habitantes censados. Donde vivo, catorce mil almas me acompañan y donde trabajo, algo más de cien mil.

Y así hasta noventa y siete municipios, más un reguero de aldeas y pedanías. Celebramos el Día de la Provincia y la Feria de los Pueblos. Debería ser festivo provincial para subrayar la importancia de cohesionarnos en torno al sentimiento de pertenencia y a su organización política y social. Sería una cuestión de rango. Estos días son para los discursos y reconocimientos, para que en la Feria los municipios exhiban el orgullo de cada casa, con aceite, mucho aceite de oliva, alimento y perfume de Jaén.

Con ser mucho, no solo de aceite viven los jiennenses. Los servicios necesarios para adecentar la vida y sus circunstancias son ineludibles y, a la vez, imprescindibles para articular la vida cotidiana. Y eso vale dinero, mucho dinero. Requiere inversiones cuantiosas, un nivel singular de compromiso presupuestario público que está lejos aún de ser adecuado. En cantidad y cualidad distan de poder permitir una auténtica y eficaz igualdad de oportunidades. Se ha hecho camino, pero tanto la eterna falta de recursos de los ayuntamientos como el techo presupuestario que encadena a las administraciones intermedias, las diputaciones, en este caso la de Jaén, impiden el desarrollo municipal y, por extensión, el comarcal. Si se va a discutir y negociar, antes que después, un nuevo modelo de financiación autonómica, que en realidad si satisface por consenso a las comunidades es como un gran pacto de Estado, del Estado de las autonomías, ¿por qué no articular un gran pacto por los pueblos que resuelva las necesidades de financiación local? Servicios básicos, terciarios, de infraestructuras y de promoción son fundamentales para la cohesión y el desarrollo de los municipios. En este sentido, no solo habría que parar definitivamente la Ley de Reforma Local, ya recurrida al Constitucional, sino retirarla y articular una nueva norma a partir de ese pacto por los municipios. Aunque no hay pueblo que sea un celoso guardián, restaurador y conservador de sus costumbres y tradiciones, de su cultura autóctona, no es menos cierto que la falta de recursos les sacude donde más les duele.

La paliza se ha agravado durante la crisis. Y les duele en su población, en su configuración urbana y en sus recursos. Despoblación; pérdida, cuando no deterioro de su patrimonio y dificultades para mantener viva su cultura. Y no solo para conservarla, sino para transformarla y hacer nuevas propuestas. ¿Y desde la provincia, cuál es el trabajo que queda por delante para atajar el evidente y reconocido retraso en la convergencia para alcanzar medias razonables de desarrollo y prosperidad?

Hablar de diversificación en el sector primario parece una temeridad, pero es necesario un planteamiento que complemente al aceite. Por cierto, aceite pendiente de la revolución que nunca acabamos de poner en marcha y que nos impide rescatar el valor añadido que aún vuela libre hacia otras cajas y otras cuentas de resultados. La diversificación en la agroindustria es fundamental, por la vía de los derivados y manufacturados. La investigación y su transferencia, en este sentido, es otro reto pendiente que está llamado a liderar la Universidad.

Para ello hay que exigir contundentemente que cuente con la inversión y el presupuesto adecuados. El talento y la eficacia investigadora no suelen tener buen fin, o al menos no a la velocidad necesaria, sin este acompañamiento y el pago justo por este trabajo a los que investigan, habitualmente maltratados en sus sueldos. La colonización de territorios poco industrializados, como el jiennense, ha sido siempre una alternativa que ahora parece poco viable, sea con incentivos o no. No es que haya que renunciar a ello, pero abrir el foco a otro tipo de regeneración e implante en el escaso tejido industrial es otro reto. Muchos gobiernos suelen mirar a Israel como referente de una potente economía de empresas de base tecnológica, las conocidas “startup”. Los pueblos son un espacio de relaciones perfectos para su desarrollo en una provincia como Jaén, para el olivar, para la ganadería autóctona, la gastronomía, los servicios, el turismo o el sector forestal. Planificación conjunta, concertación, multiplicación de recursos y nuevas ideas para ponerlas en marcha. Planes locales y comarcales que, además, subrayen las señas de identidad tan específicas que tenemos en las diez comarcas de la provincia.

Un experto me comentaba hace tan solo unos días, con toda su convicción, que el futuro pasa por la energía, más allá de la que producen los combustibles fósiles. Energía y su gestión, energía de producción alternativa. Considera que Jaén puede ser en este ámbito una provincia con futuro. Pero une la convicción a cierta desazón. El clamor, o la evidencia, se apaga en el desierto del silencio administrativo.

Pese al hachazo a las primas de las renovables y el parón brutal que perpetró el entonces ministro Soria en el gobierno del PP, es posible, y ejemplos hay, poner en marcha proyectos sin el paraguas de las primas. Como abundan municipios pequeños que han visto sus vidas transformadas cuando han podido acoger un proyecto de energía renovable, solar o fotovoltaica. Jaén tiene potencial suficiente. Falta un plan y dirigir el trabajo hacia sus objetivos. Empresas de base tecnológica, producción y gestión de energías renovables que junto con otro gran reto procuraría más prosperidad a los pueblos. El reto de la inteligencia tecnológica. También se ha hecho camino, como en casi todo, pero queda mucho por transitar. Los municipios inteligentes, con administraciones inteligentes, más eficaces, mejor comunicados y gestionados.

¿Utopía? No lo creo. Es otro sistema de producir, de vivir y de trabajar. Comunidad e interacción, como en la Universidad. Jaén proyectándose hacia fuera y trabajando para diversificar sus sistemas y optimizar ese gigantesco bosque de olivos. Saldremos a verlos, a nuestros vecinos, pero vendrán a vernos y conocernos, que es lo mejor. Otro eje al que le ponemos adjetivos y esperanzas desde hace décadas: el turimo. Conocimiento y en primer lugar, de nosotros mismos. Otro axioma endémico. Hoy, virtualmente, podemos llegar a cualquier rincón de la provincia, conocerlo, verlo y casi sentirlo, pero casi. El viaje interior no solo es posible, sino necesario. Y para eso, paisano, hay que coger carretera y manta, que se hace de noche. Y de noche todos los gatos son pardos.

La bondad de celebraciones como las de este fin de semana es incuestionable. Día de la Provincia, Feria de los Pueblos. Lidera la Diputación, cuya razón de ser como administración ya se discute con menos ardor que en los años de plomo de la crisis. Si acaso, los que mantienen el reformismo, les asiste parte de razón si al ámbito político se refieren. Puede y debe abordarse la reforma política de las diputaciones, pero su desaparición, hoy por hoy, no es asumible. Sería una catástrofe para los municipios. Y si algún día las pueden sustituir plenamente mancomunidades y consorcios, la mayoría no lo veremos. No está maduro el sistema para un cambio de tanto calado. Y pueden coexistir.

Conocimiento, por lo tanto. Iniciativas que van tejiendo relaciones, como la efeméride provincial y su feria. Y que cundan ejemplos. Hay empresas, empresarios, que celebran cada cierto tiempo encuentros profesionales que congregan a visitantes de todo el país, e incluso de otros países, en la provincia. En otras medida y dimensiones, con otros objetivos, podemos analizar los intercambios educativos. Y en el ámbito social, lo que debiera ser acogida e integración de migrantes. “Otro mundo es posible”, decía el padre Ángel este sábado en la celebración patronal de la Enfermería jiennense, cerca del bullicio de la Feria de los Pueblos. Cierto, también otro Jaén es posible en este sentido. Hay sitio para muchos, solo tenemos que generar condiciones necesarias y suficientes.

Los periodistas de esta casa (léase Diario JAÉN) lo están viendo, viviendo y contando. En un aula pequeña de periodismo, a bordo de un autobús recorren la provincia. Aquí un colegio, un teatro, una asociación vecinal, un grupo de baile, otro de música, empresarios y comerciantes; en torno a una plaza, una Casa de Cultura, el Ayuntamiento. La diversidad y la riqueza de nuestros pueblos es enorme. Aquí todo eso, y allí una ADR, la cooperativa de aceite, el polígono industrial. En ese caudal de recursos y en esa gente, los vecinos, es en lo que debemos creer. ¿Autoestima? En grandes dosis, pero seguida de trabajo creativo, en común, singularizado en pueblos y ciudades, por las comarcas. Y mentalidad reivindicativa. Los pueblos por sí solos no pueden salir adelante, de uno en uno. La provincia no puede salir adelante sola; Andalucía tampoco. Apliquemos la sabiduría de la educación y pensemos que, como dejó escrito un gran pedagodo y alfabetizador, Paulo Freire, nadie se educa solo, ni nadie educa a nadie; nos educamos todos en comunión. Nadie prospera solo. Busquemos juntos el bienestar con iniciativas de desarrollo y espíritu reivindicativo, que revierta en un trato singularizado de los gobiernos para converger con los territorios más desarrollados de nuestro entorno.

Hay logros que no se consideran como tales. Recuerdo el del nuevo puente sobre el río Salado, cerca ya de Porcuna. Hoy es un tramo seguro de carretera. Con el viejo puente se perdieron vidas cada vez que las lluvias convertían en un gigante el arroyuelo. La autovía del Olivar ha abierto camino hacia el Este y de paso coloca a Úbeda y Baeza a tiro de piedra, y a toda su comarca y área de influencia. Por el tren no estamos dando la batalla, y está en mantillas la duplicación de la calzada hasta El Carpio. ¿Si lo que son ahora reuniones discretas se conviertieran en una mesa de trabajo para convertir en autovía la N-432, acaso no se daría un paso de gigante? Más aún si tras la variante de Martos esta se prolongara hasta Alcalá la Real. ¿Quién dijo que no hay para invertir en infraestructuras?

En un coche la percepción es distinta. Los que antes eran postes de madera sosteniendo el tendido eléctrico ahora son torretas metálicas que pasan tras el cristal a velocidad de vértigo. Conforme pones distancia con la vista, las copas de los olivos desfilan con más pausa, como una letanía que no se acaba nunca. Al fondo, a uno u otro lado de la carretera, aparecen las siluetas de casas coronadas de vez en cuando con las volutas de humo de sus chimeneas. Miras el letrero, azul, rematado en punta, y el nombre rotulado en blanco te dice lo que estás buscando. Tiene un acento y una forma de vivir singular. Párate aunque sea para buscar una fuente y beber agua. Mira a los que transitan por la plaza mayor. Las banderas en la fachada del ayuntamiento. Acércate a sus fiestas. Te van a sorprender. Compra sus productos, porque te vas a deleitar. Habla con sus vecinos, vas a aprender. Sigue camino. Este es el Santo Reino de los infanzones antiguos. Queda para las crónicas. Esto es Jaén, la de la ‘J’ que cumple ahora veinte años como reclamo para visitantes, esa que fluye como el Guadalquivir desde la cabecera, recta y larga, hasta ondularse con elegancia en el valle. Un remanso, un recodo en el camino, con arena de aluvión que te invita a pararte y contemplar. Y un sonido, el de la ‘J’, recio, inequívoco, claro como la luz de sus pueblos.