Inteligencia ¿artificial?

Veo a las personas que me circundan agobiadas por el futuro con eso que llaman “inteligencia artificial”. Por mucho que traten de explicarles y divulgar los aspectos más beneficiosos de este fenómeno imparable, no les cabe en la cabeza que haya algo creado por el hombre que pueda llegar a aniquilarlo. ¿Cómo puede ser así? ¿A quién, en su sano juicio, se le puede pasar por la imaginación semejante barbaridad? A no ser que estemos ya liderados por suicidas, por psicópatas cuyos fines sean de tal narcisismo que elijan ser dios, aunque esto suponga ser rehén de sus propios avances o desaparecer. Es de locos, pero estamos en el camino. Qué diferencia hay entre éstos y los asesinos de mujeres o hijos, o los descuartizadores, cuya frialdad revela a un, o una, psicópata que busca la fama a costa de lo que sea necesario, a costa de aquello que más deberían amar. Los actores son diferentes: los unos son estudiosos, investigadores; los otros fracasados con aspiraciones. Ambos tienen material sensible con el que trabajar. ¿Será posible una inclusión humanizada de los avances tecnológicos? Y, de camino, ¿que demos con unos sistemas educativos, de seguridad y penales, que rebajen las cifras del horror que se ejercen, fundamentalmente, contra las mujeres y los niños?