Insensibles ante la “rebusca”

19 may 2017 / 10:19 H.

Suele ser rozando la medianoche. Dos grandes contenedores rebosan bolsas de basura y desperdicios. La pareja apenas habrá superado la treintena. Ella mantiene levantada la cubierta mientras él comienza a rebuscar entre los desperdicios. Repiten, casi de forma litúrgica, el mismo ritual a esas horas en las que la mayoría ya ha bajado la basura y el camión de recogida, con su particular runrún, aún no ha doblado la esquina. Realizan un singular triaje entre lo desechado, un rápido proceso de selección entre lo que para otros es inútil. No hacen ascos. En su bolsa van metiendo lo que les interesa y lo demás vuelve al contenedor. Un día y otro.

Me los suelo encontrar con bastante frecuencia después de aparcar el coche al terminar la jornada. La primera vez me sorprendió; no era habitual en aquel Jaén ver a nadie rebuscar en la basura. Con el tiempo, se han convertido en una imagen cotidiana. Y esto me aterroriza. Una larga y descarnada crisis nos ha dejado una mala herencia y nos ha hecho ver como habituales imágenes que ni son, ni deberían serlas, porque jamás deben tener rango de normalidad. La vista se acostumbra y el corazón se insensibiliza, se descarna.