Inclusión y visibilidad

08 feb 2019 / 12:01 H.

Si hay un adjetivo que le viene como un guante a la Naturaleza es el de diversa (participio pasivo del verbo latino “divertère”, que da idea de la acción de llevar un asunto por varios caminos). La diversidad es la manifestación de la variedad, la desemejanza, la diferencia, la abundancia, una gran cantidad de varias cosas distintas. Y no es casualidad, “en la Naturaleza nada hay superfluo”, decía el sabio andalusí Averroes, parafraseando a otro sabio, Aristóteles, que la diversidad tenga la misma raíz etimológica latina que divertido y diversión, sinónimo de pasarlo bien, lo contrario de lo aburrido, cansino, monótono y rutinario. La Naturaleza, por tanto, es diversa y divertida, y todo lo contrario de uniforme, monolítica y aburrida. Aunque la mayoría de las veces a los seres humanos nos venga grande la lección de respeto a lo diferente, a la diversidad, que cada día cuando amanece nos imparte la Madre Naturaleza. Los humanos utilizamos los adjetivos como dardos y los eufemismos como escudos. A la hora de repartir adjetivos el cuerpo le pide al ser humano elegir el que marca más la diferencia, el que más duele, el que más hiere y el que más destruye. Es por ello por lo que tradicionalmente a las personas con otras capacidades, con capacidades diferentes, discapacitados, y toda la relación de adjetivos que el tiempo y las costumbres han ido declarando políticamente incorrectos, incluidos algunos eufemismos que dan vergüenza ajena, se las han escondido en sus familias, en sus pueblos y en sus colegios.

Inclusión, diversidad y visibilidad, fueron los tres adjetivos con los que el actor Jesús Vidal construyó el triángulo argumental de su emotivo discurso al recibir su premio Goya como Mejor Actor Revelación. Hace una década Pablo Pineda recibió en el Festival de Cine de San Sebastián la Concha de Plata como mejor actor. Pablo Pineda es además el primer europeo con síndrome de Down que ha conseguido un título universitario. Es maestro, pero no pudo presentarse a las oposiciones para funcionario público docente en educación especial por tener precisamente esa discapacidad. En enero de 2010, Pablo Pineda recibió en Guarromán el Premio Nacional Cuchara de Palo “Sin barreras”. En su discurso de agradecimiento nos dijo: “Tener discapacidad no significa que no tengamos habilidades y competencias profesionales, es una característica o una condición que no nos define. Tenemos una discapacidad, pero no somos discapacitados”. Un año después Pineda se encargaba de entregarle, también en Guarromán, ese mismo Premio Cuchara de Palo a Vicente del Bosque, seleccionador nacional de futbol que consiguió en 2010 la primera Copa de Campeón del Mundo para la selección española.

Que Del Bosque viniera a Guarromán solo unos meses después de haber conseguido la Copa del Mundo se debió a que mediara un guarromanense de primera, José Damián González, actual presidente de los periodistas deportivos de Madrid, porque quien decidía sobre qué premios, cómo y cuándo podía recibir el seleccionador, era la Federación Nacional de Fútbol, y en esas fechas había una extensa lista de espera dispuesta a entregarle una distinción a don Vicente.

La primera vez que hablé con Del Bosque por teléfono, le dije que no le habíamos dado el galardón al seleccionador nacional por haber ganado la Copa del Mundo, aunque sobrado mérito tiene la gesta deportiva, sino al padre que en el momento de su mayor gloria subió en el autobús de los campeones a su hijo Álvaro, con síndrome de Down, portando la camiseta de la selección, haciéndolo visible e incluyéndolo entre los mejores. Su contestación fue breve: Entonces esto no es cosa de la Federación. Dime lugar y hora y allí estaremos Trini —su esposa— y yo para recogerlo en nombre de “todos los Álvaros”.

Inclusión, diversidad y visibilidad en boca de Jesús Vidal fue una forma de traducir al mundo de la discapacidad aquella otra triada que ha sido durante tres siglos la palanca que ha elevado los valores más nobles del ser humano: Libertad, igualdad y fraternidad.