Incendiarios

25 oct 2018 / 09:00 H.

Hemos llegado a una situación de degradación tal que todo está manchado, ensuciado, contaminado y, por consiguiente y en consecuencia, todo está en entredicho. De ahí a la pérdida total de confianza y al descrédito no queda nada por recorrer y si el sistema que sustenta la existencia del Estado cae en el descrédito, toda legitimidad se pierde. Porque es paradójico que quienes dicen velar más por el sistema, quienes se dicen y proclaman defensores a ultranza de símbolos, instituciones y estado de derecho son los que más colaboran por socavar todas las estructuras, minarlas hasta su derribo. Lo estamos viendo casi continuamente. Saltando de un poder a otro, utilizándolos como meros instrumentos propios y a su servicio, a su ideología, a su clase, al partido que los sostiene o a sí mismos. Y cuando ese instrumento no les sirve no dudan en desprestigiarlo. Y se va a saco, no hay ni tregua ni cuartel. Les da igual tergiversar, manipular, mentir con descaro, ensuciar lo más sagrado. No contemplan, ni por casualidad, que todo se lo llevan por delante. La culpa siempre es y será de los otros.