“Ideales adosados y descafeinados”

24 sep 2017 / 10:18 H.

Deja el verano paso al otoño y al “señor Jota” se le hace un nudo en la garganta, los recuerdos bullen, las entrañas se retuercen como la tierra se abre en canal cuando no llueve. Y sus versos y su música, sus charlas y sus citas, sus silencios y sus atrevimientos no llueven en Jaén desde hace siete largos años. El “señor Jota” echa de menos a Manuel Nieto Jiménez, un escritor indomable, una persona de principios cuya dignidad inquebrantable debería ser estudiada en la escuela. Son muchos quienes velan su memoria (hay quien despotrica de ella, los clásicos caricatos de púlpito y de golpes en el pecho, que lo mismo que levantan cristos que matan cándidas almas. Allá ellos (y ellas) que ni por asomo respirarán semejante ejercicio de libertad de espíritu y de decencia ciudadana). “No me morirán”, solía escribir en hojas sueltas. Y por supuesto que sigue vivo. “La dignidad suele estar casada con el hambre” (2006). “No puedo ni quiero creer que se pueda vivir sin esa segunda inocencia que da el amor” (2003). “Tiempo es la palabra que consumimos para adornar los años que nos han sobrepasado” (2005). “Adosados y bien adosados están nuestros ideales, como descafeinados los pensamientos y nuestra estructura mental dentro de lo políticamente correcto” (2000). “No he sido hombre de grandes experiencias, pero he tenido la suerte de tener los amigos y los libros que las vivieron por mí” (2001). “Hay dos tipos de personas, las que te hacen pensar y las que te aburren” (2006). Con su memoria y su testamento vitalista en forma de artículos para enmarcar se queda el “señor Jota”, a quien no le duelen prendas en proclamar a los cuatro vientos eterna amistad con Manolo Nieto, a quien le reza, agnóstico empedernido él, cada vez que la vida se le atraganta de babas. “Jaén es mucho Jaén y siempre ha sido el cortijo de unos pocos, donde no tenías más remedio que la sumisión o la emigración” (2006). “Jaén no consiente personas discrepantes, personas capaces de que su independencia no tenga precio, aunque esto pueda parecer de imbéciles, no la chusma de cuello largo que solo admite estómagos agradecidos. Son tribu que acepta de buen grado al primer jefe que sea capaz de pagarles la entrada del adosado” (2003). La Jaén indolente y tabernaria que tan magistral describía “El Nieto” con anárquica frescura y sabrosa escritura, sigue a las mismas, con los mismos perdedores de siempre, como cuando le escribía a su madre en su muerte: “Aprendí de ti la equivocación de querer a las personas que no quiere nadie, a sonreír a la gente que no puede hacerlo, a entender que un abrazo da mucho más placer que el sexo” (2004). Y sobre todas las epístolas, la culmen: “Quieren por favor dejarnos en paz con nuestros atrasos milenarios, con todas nuestras equivocaciones, con todas las envidias a nuestros prójimos, con todo lo malo que tenemos. Que nos parieron así, pero, insisto, déjennos nuestro Castillo y nuestra Catedral y para andar el camino, a esa hermosísima jubilada llamada El Alcázar” (2001).