Huérfanos

26 abr 2017 / 11:52 H.

Por estos pagos jaeneros se escuchan por todos lados —menos del lado que pega al PSOE— quejas sobre la Junta de Andalucía. Se tiene la sensación de que Susana Díaz y su Gobierno ignoran nuestra provincia, no sabe ni que Jaén existe. Y no es del todo cierto, lo que pasa es que nos dedican poco tiempo y nos dedican menos dinero aún para tratar de poner a esta provincia un poco más pareja, más a tono.

No cuentan con los jiennenses casi para nada. Ni tan siquiera para los casos de los ERE, donde apenas salen nombres de jaeneros implicados. La realidad es que tenemos razones para no estar contentos con las medidas de la Junta. En lo que parece que no llevamos razón es en que sea Jaén la única marginada, la única olvidada. Durante este pasado fin de semana hemos podido ver en los noticieros masivas manifestaciones en Huelva, Almería, Cádiz... en las que los ciudadanos decían sentirse igual que nosotros, los últimos, los olvidados, y pedían reivindicaciones, igualdad y todas esas cosas que echamos de menos en Jaén. ¿A ver si va a ser que la Junta no atiende a nadie? Esta sensación es ya antigua.

Con Manuel Chaves y José Antonio Griñán nos sentíamos como huérfanos de padre. Ahora, con Susana Díaz nos sentimos huérfanos de madre. O sea, que tenemos la sensación de que en esto de la política autonómica, somos huérfanos de madre, padre y muy señor mío.

Y claro, cuando uno se siente sin padre ni madre ni perrito que le ladre y ve que otros de la misma especie pero nacidos en otras cunas geográficas tienen más atenciones y hasta privilegios empieza a mosquearse. La familia es muy grande, claro está. Por encima de estos padres regionales están los padres de la patria. ¿Y qué pasa? Pues lo mismo. Que ellos también tienen a sus hijos preferidos a los que dedican todas las atenciones que pueden mientras a los demás nos conforman haciéndonos carantoñas para hacernos creer que también nos quieren. Franco decía que Jaén le quitaba el sueño —a lo mejor tenía el sueño muy ligero—y a estos políticos Jaén apenas les produce un ligero bostezo. Sabemos que somos demasiados y las necesidades son innumerables, pero, si no hay para contentar a todos, al menos ¿no podían repartir mejor? Es difícil que así lo hagan pero, por si acaso, habrá que seguir quejándose aunque no tengamos papás que nos escuchen.