Todo sigue igual

16 oct 2016 / 20:52 H.

Retomamos el curso en el mismo punto en el que lo dejamos cuando llegó el calor. Sin saber si tendremos gobierno en unos días o nuevas elecciones en unos meses. El estío solo nos ha traído vocerío barriobajero, partidos en estado de autosuicidio y horas extra para la justicia a la que faltan salas en las que entrullar a los comisionistas de tramas diversas. El panorama no puede ser más desolador y cuesta mucho hacer algún canto de esperanza. Son tantos los nubarrones que el sol no trae rayo alguno ilusionante y en ese estado los ciudadanos asqueados y alejados optan por desentenderse de una clase política que comienza a tener tintes de bufones a los que sólo preocupa su cerril predisposición a salvar su pellejo o al intento desesperado de conseguir el poder a costa incluso de mancillar principios elementales. Esos dos espectáculos, el escabroso comité socialista y los prohombres sentados ante la justicia dan perfecta idea de la mediocridad en la que han instalado la todavía joven democracia española. Unido a ello la errónea estrategia de los que pudieron cogobernar desde la oposición y tener tiempo a remendar los rotos internos.