Hoy dejadme a mí solo ser feliz

30 abr 2017 / 11:40 H.

Neruda, el gran Pablo Neruda, tiene una maravillosa “Oda al día feliz”, que desparrama eso que es tan difícil, un pellizco eterno de hondura poética que te lleva y te trae por los adentros del alma. No hay mejor cosa en la vida que ser feliz, especialmente porque no es un estado en sí, solo una búsqueda permanente, caza y captura de la que no somos expertos puesto que nos llevan y nos traen siempre por los senderos negativos de las cosas. “La felicidad no existe en la vida, solo momentos felices”, dejó escrito el poeta chileno en una de sus frases más reconocidas mundialmente. A ella apela el “señor Jota” cuando llueve y sale el sol en primavera; la luz se vuelve tan maravillosamente única que nos alegra el día. A veces con lo pequeño nos hacemos grandes, así que no puede haber mayor sonrisa que la de la felicidad puñetera.

“Hoy dejadme/ a mí solo/ ser feliz,/ con todos o sin todos,/ ser feliz/ con el pasto/ y la arena,/ ser feliz/ con el aire y la tierra,/ ser feliz,/ contigo, con tu boca,/ ser feliz”. Neruda canta y resuena su cántico en ese rinconcito que llaman alma y que a unos se les llena de vírgenes y pasión cristiana cada primavera y a otros, tan descreídos como deseosos de paz interior, agigantan sus adentros con las buenas cosas de la vida. Vida y paz, paz y bien, mano tendida, mano cercana con la que tejer amistad y fraternidad entre hermanos, vengan de donde vengan, habiten el rinconcito del mundo que habiten. Al “señor Jota” se le atragantan las estadísticas jaeneras, fuesen económicas o sociales, sean culturales e incluso deportivas y este abril que se va hace su propio cántico a pasarlo bien, no hay más, ni menos, dice, rememorando el “hakuna matata” del Rey León, ese vive y deja vivir, inconmensurable y ya eterno en nuestra memoria... Abajo la melancolía de las cifras del paro, arriba la alegría de tener unos eurillos para vino y caracoles, fuera los corruptos, las corruptelas y quienes corrompen y jalean todo lo malo como lo mejor, muy dentro quienes hacen de la condición humana ejemplo permanente de solidaridad entre los pueblos. Sea por siempre y para siempre, asegura el “señor Jota” condición impepinable para desterrar los hábitos de una sociedad quizá marchita de tanto caradura y, especialmente, para dar otro brío a una democracia representativa en sus estertores como la conocimos quienes ya peinamos canas. Se le tuercen los renglones y vuelve con Neruda: “La felicidad es interior, no exterior; por lo tanto no depende de lo que tenemos, sino de lo que somos”. Y en Jaén somos gente honrada y trabajadora, salvo los santos varones y las santas hembras que poniendo a Dios por testigo se visten de ángeles o diablos, según les venga bien, pero nada, nada de esto vale hoy: “Hoy dejadme a mi solo ser feliz”, grita el “señor Jota”.