Suiza, hotel terminus

25 feb 2018 / 11:15 H.

T ras Revolución Francesa, Jean Theophile Leclerc decía: “No harás la Revolución sin derramar sangre”. Y esto es lo que seguramente pensará Rajoy de su actual subgobierno en Cataluña, porque no podemos negar que el proceso de independencia era visible y efectivo y el golpe venía de Madrid, obviamente que lo uno, era inadmisible en sus términos y lo otro, tenía la fuerza de la ley, pero el golpe es el golpe. A diferencia de Puigdemont, la huida de Anna Gabriel a la próspera y capitalista Suiza, no es tanto un acto de cobardía, aunque en cierta medida también lo es viendo a Junqueras o los Jordis en la cárcel, sino sobre todo saber que la revolución para refundar España que se trae Rajoy entre manos, exige sangre, y ninguna más propicia que la de esta mujer, eso lo primero, que representa todo lo que la derecha detesta de las posiciones independentistas y de izquierdas, desde esa imagen de pelos recogidos y camiseta con mensaje feminista, hasta la idea de que es anticapitalista. No justifico que nadie huya de la justicia, pero el ensañamiento de Rajoy con Cataluña, despertando todos los fantasmas de su mirada antitodo, de su sentido común contracultural, no deja mucho espacio a ser mujer, de izquierdas y universitaria, ni al dialogo, a la empatía con el contario o a la democracia participativa.