Himno para una dama

09 ene 2019 / 11:32 H.

No sé a lo que esperan los eruditos responsables de la cosa de la Unesco para coronarla con ramitas de laurel y olivo, proclamándola “ipso facto”, un bien de la Humanidad. La Catedral de Jaén tiene, cuando yo la miro, rayitos de sol y luna y encajes en su vestido. Así la veo, así la quiero más allá de los quereres terrenales. Es una bella y singular dama, y como tal, a Dios lo que es de Dios, y a Jaén lo que es de Jaén, se merece que mis musas enamoradas le dediquen mis requiebros a modo de glorioso himno. Pregonad, campanitas, tan-tan-tantán, al horizonte del mundo que sois de la Humanidad relicario de arte y orgullo. Pregonad, campanitas, tan tán. Su diadema es de platino, los zarcillos de colores, el vestido de luceros y el brillo de lunas y soles. Pregonad, Campanitas, tan tan, tán, al horizonte del mundo, que sois de la Humanidad relicario de arte y orgullo. Si tienen alguna duda de su grandiosa belleza, amigos de la Unesco, ponedme un guasá para ponernos de acuerdo. No seáis rácanos, ni ninguneéis a nuestra Catedral, la dama preferida de los siglos, porque esas zancadillas continuadas ponen en entredicho vuestro prestigio internacional.