Haz lo que te gusta

06 ene 2018 / 12:12 H.

Hoy, se hacen tangibles las ilusiones de grandes y pequeños. Con los primeros rayos de luz, despertaremos, y sin quejarnos del madrugón saltaremos de la cama e iremos a vivir ese borbotón de emociones que supone el amanecer de la noche de reyes. Para los pequeños, rasgar papeles de regalo, con los ojos súper abiertos, y comprobar lo mágica que es esta noche que ha permitido que sus sueños se hagan realidad. Para los grandes, el mejor regalo es la satisfacción de, un año más, poder alimentar esa ilusión. Nos permitimos por estas fechas ciertos excesos, ya no sólo gastronómicos, sino por pensar que somos capaces de contribuir a la felicidad de nuestros allegados, bajo pago de su importe. El verdadero regalo no supone un desembolso importante, ni un cargo en la tarjeta de crédito, sino que está más cerca de compartir momentos juntos, y en el caso de los pequeños jugar con ellos. Es más barato y más satisfactorio, lo mismo que lo es el pasear cogidos de la mano, tanto como una cena en un buen restaurante. La tendencia al individualismo explica que, cada vez más, se juegue enfrente de una pantalla de led, y menos en la calle o en el tablero de una mesa. Seguramente hoy, podríamos encontrar en algún armario o en el trastero un juguete perdido del año pasado sin estrenar, por falta de tiempo, o por falta de jugadores. Nuestra labor de acompañamiento es clave para el desarrollo emocional de los pequeños y de ayuda para su futuro profesional.

Son momentos complejos y, tanto para los menores, como para nosotros mismos, supone un reto cómo afrontar un futuro profesional incierto. Las oportunidades escasean en nuestro entorno, que padece un envejecimiento no sólo en el plano demográfico, y del mercado de trabajo, sino en el propio plano empresarial. Curiosamente en España, a pesar de la recuperación económica, la inversión en I+D ha descendido con un 1,16% sobre el PIB, frente al 1,22% del año anterior. Es evidente que la formación nos hace menos vulnerables y nos dará muchas más posibilidades para responder a los requerimientos de empleo que están por venir. La rapidez en la incorporación de los cambios en todos los niveles empresariales convierte en inútil la formación en determinada tecnología, que hoy podría ser puntera, pero en poco tiempo estaría obsoleta. Se requieren, por tanto, personas con un perfil favorable a la adaptación y a la incorporación de nuevos procesos, más que certificados de aptitud en determinadas disciplinas anticuadas. En los años 80 nos enfrentábamos al reto competitivo de salir del vagón de cola del desarrollo económico en Europa y estar entre los grandes. Y para ello se apostó por la Formación Profesional, más adelante Formación Ocupacional. El libro blanco de la economía del presidente de la Comisión Europea Jack Delors hablaba de los yacimientos de empleo, y a estos se orientaban los plantes de formación para desempleados. Sin embargo, hoy día, no podemos predecir en qué sectores se creará más empleo en el futuro y, las consecuencias de errar en el diseño de los planes de formación serían demoledoras. Es por este motivo por el que, hoy día, los estudios de economistas se decantan por una formación más vocacional, que ocupacional. Si a la formación técnica le acompañamos de ilusión y pasión por parte del que la recibe, encontraremos muchas más fortalezas competitivas. Por eso, el mejor regalo, siempre se ha dicho, es dejar a nuestros hijos una buena formación y unos buenos valores que servirán para enfrentarse a ese futuro. Haz lo que te gusta, y procura ser muy bueno en ello, y que no se pierda nunca la ilusión.