Hablemos del tiempo

15 dic 2018 / 11:13 H.

Nunca es buen momento para hablar de política, sepa usted que a las comidas y cenas de Navidad uno ya debería venir aseado, discutido de casa y con el móvil en modo avión. Pero una cosa son los deseos y otra distinta los lamparones. Decía Mark Twain que octubre es un mes especialmente peligroso para invertir en Bolsa, “los otros meses peligrosos son julio, enero, septiembre, abril, noviembre, mayo, marzo, junio, diciembre, agosto y febrero”. Pues para escribir y hablar de política todos los meses son, potencialmente, peligrosos. Diciembre, tan trufado él de buenas intenciones, se llena como esta columna de análisis postelectoral y ya la navidad no es tan blanca, porque se te pueden caer las bolas del árbol al descubrir entre los presentes otro sondeo electoral. En época de cambio y transición, el alcalde de Jaén, Javier Márquez, no llega a la metáfora de la alineación de planetas que patentara el hoy afeitado Gaspar Zarrías, pero casi. Mantiene, ahora sí, que “el gobierno del cambio” permitirá que Jaén despegue: “Cuestiones fundamentales como el tranvía, la Ciudad Sanitaria, la Ciudad de la Justicia, medidas económicas para el Ayuntamiento, inversiones deportivas o conexiones viarias se desbloquearán después de décadas paralizadas y olvidadas”. Después de poner el punto final, cerró el sobre con la carta y en el remite, donde antes ponía queridos Reyes Magos, puso a la atención de su compañero e ilustrísima majestad Moreno Bonilla. La ilusión navideña, la ilusión de pasar del barroco al renacimiento sin alardes. Borrachera de luces. Es lo que tienen las estrellas fugaces, sean navideñas o políticas, que su singularidad las hace únicas. El afortunado perdedor-ganador estará ahora recibiendo centenares, sino miles, de misivas similares, algunas directamente para postularse. En cualquier caso, ahora lo que le ocupa, con chaleco o sin él, es el pacto con el sonriente ciudadano Juan Marín. Discuten, entre otras cosas, dónde sentar en la mesa al cuñado de Vox, Francisco Serrano, temerosos ellos de que dé la nota o que incomode su presencia al resto de comensales y, sobre todo, no quede bien en el “selfie” de cara a la próxima ronda de elecciones. Es lo que tiene el salpicón de marisco que si no está hecho de manera ortodoxa y con buen producto, que diría Jordi Cruz, uno tiene que persignarse por si las moscas.

El candidato a la Alcaldía por el PSOE, Julio Millán, por su parte, dice que tiene un equipo de primera en los fogones del PSOE, y que Márquez ha descuidado un Ayuntamiento que con el PP es pesadilla en la cocina. Cita la hoja de reclamaciones de colectivos variopintos, lo acusa de trilerismo y de perder proyectos para la ciudad. Alucina pepinillos. Como postre amargo le recuerda que el único gobierno del cambio será el que desaloje al PP del Ayuntamiento. Oído cocina.

El secretario general del PSOE provincial, Francisco Reyes, por su parte, tiene a la Alcaldía de Jaén entre ceja y ceja y avisa que pondrá toda la carne en el asador. Infunde ánimos a una tropa que mira con desdén más allá de Despeñaperros y que busca matices a la letra de Presuntos Implicados “qué nos ha pasado”, aunque a simpatizantes aún militantes se les escucha el título original de la copla: “Cómo hemos cambiado”. Así que toca una necesaria vuelta a las raíces, acordes olvidados, a la receta de toda la vida, al caldo reconstituyente de tu madre (cuando después de la jarana te venías abajo, gracias “maama”) y mucho cuidado con las fórmulas estilo bálsamo de Fierabrás, sin denominación de origen, modo El Quijote, porque nunca sabes si los ingredientes son los correctos en estas pociones mágicas que pretenden hacer sanar al cuerpo enfermo. Que luego, en función, de la higaldía pueden sentar mal o peor. Pero no elucubren con la mesa puesta. Hablen del tiempo, citen a Roberto Brasero que sus borrascas son pasajeras.