Hablemos de Jaén

25 ene 2018 / 08:14 H.

Habiendo llegado ya a la conclusión de que al parecer carezco de las “células de la empatía” con respecto a entender las emociones, sensaciones y acciones del independentismo catalán, y ante la carencia de neuronas espejo de ese personal, he optado por abrir el año de manera positiva, poniendo en valor las cuestiones con las que podemos empatizar los ciudadanos de Jaén,... si queremos.

A lo largo de los años, se ha podido comprobar que la población jiennense, padece el mal de la carencia de empatía con las administraciones, para tratar de entender y apoyar acciones de gobierno que abarquen más de una legislatura, y que precisen de consensos que no sean partidistas, sino de interés general.

Carecemos de un buen transporte público adaptado y a medida de la configuración urbana de nuestra ciudad, que ofrezca a todos los barrios de Jaén, el derecho a un servicio de calidad y cantidad que pagamos a través de nuestros impuestos. Carecemos de tranvía porque la falta de entendimiento entre administraciones ha sido y es descomunal, por culpa seguramente de las células espejo o provincianas, que lo mismo da.

Tenemos...¡¡al fin!! un Museo Ibero que se ha materializado tras más de veinte años desde se concibió la idea de transformar la antigua prisión provincial en un espacio cultural abierto, gracias a la constancia de la Asociación de los Amigos de los Iberos, al trabajo realizado por la Universidad de Jaén y a la empatía y apoyo económico con el proyecto por parte de la Administración Andaluza, y que a pesar de las trabas y dificultades al fin ha visto la luz, con una apertura pendiente de inauguración.

Faltó empatía, pero hubo llama. La llama: “Masa de gas en combustión ... que desprende luz y calor”, “fuerza o intensidad de una pasión o deseo”.

Dejando a un lado la cronología administrativa y la voluntad y acción política que han sido muchas a lo largo de estos más de veinte años, se hace imprescindible por justo, destacar la importancia que tiene creer en un proyecto y mantener la llama con fuerza, pasión y deseo a lo largo de tanto tiempo.

Sí, en Jaén existe esa llama y tiene nombre: Pilar Palazón. Mujer; de Jaén; espíritu inquieto e ilusionante; culta y voluntariosa; viajera incansable; generosa e igualitaria; empatizadora de causas; con luces y sombras como todos tenemos, pero desde luego una mujer que a todo proyecto grande o chico que ha emprendido, le ha puesto conciencia y trabajo, para que éste repercuta siempre en una mejora por y para Jaén.

Evitando caer en la adulación, que no es la intención, y fuera del encorsetamiento localista, diré que esta mujer de nuestro tiempo y de su tiempo, ha sido y es el soplillo que mantiene la llama de la candela viva, y es de justicia el conocimiento y el reconocimiento a este tipo de labor por la que no pagan, ocupa tiempo, expone a la crítica y a la etiqueta. Se suele mirar para otro lado a la hora de poner medallas, aunque ella no las necesita. Como Clío, la Musa de la Historia, con su afán ha mantenido viva la representación de la vida de los pueblos Iberos en nuestras tierras. Merece que su nombre quede unido a la vida de este Museo que ahora ya disfrutamos. Un Museo que pide a gritos para su proyección nacional e internacional, la adecuación de su entorno y que se diseñe urbanísticamente hablando, un Paseo del Arte que haga de cinturón cultural en nuestra ciudad.