Hablando en plata

08 sep 2017 / 11:06 H.

Tengo claro que el centrar el debate de la vida política catalana y española en una crisis de lo nacional, y no en la verdadera crisis social, está beneficiando a la derecha catalana y a la del resto de España. Tanto el PP como la antigua CDC, ahora llamada PDeCAT, hábilmente, paso a paso, están utilizando al pueblo catalán como al pueblo español en su conjunto para conseguir cada uno sus objetivos partidistas. Ambas formaciones políticas han tenido la inteligencia de transformar un conflicto de clases, una gran crisis social tanto en Cataluña como en España, en un conflicto entre dos Estados. Y, lo que es peor, ambos partidos lo hacen hablando en nombre del pueblo catalán o del pueblo español, casi nada, con arrogancia y sectarismo. La verdad es que me encantaría encontrar los datos, las cifras que demostraran que alguno de estos dos partidos representa el deseo de esos pueblos. Ambos partidos ya han conseguido un triunfo, que es que no se centre el debate en el mayor problema que tiene nuestro país y el país catalán. Me refiero al enorme deterioro de la calidad de vida de la gran mayoría de la población y el ataque directo al Estado de Bienestar. De las causas de este deterioro saben mucho ambos partidos ya que tanto la derecha catalana como la de España han votado juntos en el Parlament y en las Cortes. La gran mayoría de leyes y presupuestos de austeridad que tan negativamente han afectado al bienestar de la población las han sacado adelante juntos. Son responsables de esas políticas públicas neoliberales que tan enorme impacto negativo han tenido en el bienestar de las clases populares y que han alcanzado su máximo desarrollo mientras han gobernado con su sensibilidad neoliberal y conservadora. Ahí están los enormes recortes del gasto en las transferencias públicas como las pensiones, los servicios públicos del Estado de Bienestar como la sanidad, la educación, la vivienda social, los servicios domiciliarios para las personas con dependencia, la prevención de la pobreza o la exclusión social, entre otros muchos. También están las reformas laborales que han causado el brutal descenso de salarios, de la protección social, de la ocupación y que han conseguido debilitar enormemente al mundo del trabajo, como los sindicatos.

De la misma manera que la derecha española está desmantelando la España social ya que según ellos se lo exige Bruselas, la derecha catalana lo hace del mismo modo bajo la excusa de que se lo pide así Madrid. Lo importante es echar balones fuera y eludir responsabilidades, el subdesarrollo social catalán y español no va con ellos, se externalizan las responsabilidades. En Cataluña además se riza el rizo un poquito más y se presentan como inevitables las medidas de austeridad como consecuencia del expolio de esta región por parte de España. Se canaliza, con la ayuda de los medios, controlados en su mayoría por parte de las derechas nacionalistas, el enfado hacia los poderes políticos, financieros asentados en Madrid y definiéndolos como España. Además, se echa la culpa de la gran crisis social a ese supuesto expolio y déficit fiscal y se oculta que el enorme retraso social no es más que la consecuencia de las leyes aprobadas por las derechas catalanas y españolas.

Un cambio profundo en Cataluña ayudaría a un cambio en España, eso lo tengo muy claro, pero no va a haber ninguna transformación notable ni en Cataluña ni en España que beneficie a los sectores de población que están por debajo del nivel de renta media del país, mientras no sea esa mayoría de población, esas clases populares, las que apoyen ese cambio en un movimiento de oposición tanto al Estado central como a la Generalitat de Catalunya rechazando la alianza entre las clases dominantes en España y Cataluña, y que ha sido la mayor causante del retraso social en todo el país. Los países que tienen menor gasto social por habitante son aquellos donde las clases conservadoras han sido más dominantes sobre los aparatos de sus Estados. Y así ocurre tanto en Cataluña como en España, por supuesto de esto no se habla; nuestro problema es el nacionalismo.