Había una vez un circo

27 nov 2018 / 11:56 H.

En esta época, en la que las calles comienzan a vestirse de invierno, pasea una señora muy diligentemente, bien puesta y ambiciosa que dice llamarse Elecciones; tiene revolucionado a todo el patio de un colegio con un buen batiburrillo de historias que disfrazan a su propio hijo, el miedo. Sin cortedad ni vergüenza, airea y presume de cuentos que engatusan a todo aquel que los escucha. Historias que se remontan a épocas en la que curiosamente su falta de memoria le hace olvidar que asustaban en aquel momento en el que eran contadas por otro caballero, su amor imposible, llamado Oposición y que servían para crear falsas ilusiones y mofarse de los que por aquel entonces las utilizaban como reclamo popular. Y señores, digo yo, las historias son historias, y bien contadas sirven para entretener; pero creo, que una vez escuchadas, deberían servir para poner en práctica sus enseñanzas. Quédense con la realidad, porque la fantasía no es más que un sueño, y aunque el tiempo ayude a desvirtuarla, no podemos negar el cansancio tan grande que genera hasta agotar paciencias que siguen apostando por creer y querer cumplir esos sueños.