Guindas amargas

26 feb 2019 / 09:10 H.

No recuerdo unos principios de año en que haya perdido más amigos que este 2019. Es verdad que esto responde a que cada año uno es mayor y ya son muchos los años que vamos sumando, con lo que la llegada a la meta final es más frecuente. No hay semana en que no me llegue la dolorosa noticia de la muerte de un buen amigo. Ustedes, mis pacientes y leales lectores, lo saben. No ceso de traer a mis “brisas” el triste recuerdo de estas ausencias. Y creo que lo seguiré haciendo hasta que llegue el día en que sean otros los que tengan la generosidad de hablar de mi recuerdo. Siempre he sido leal, sincero y afectivo en la amistad y no puedo evitar que la marcha de alguno de mis amigos me sacuda el alma.

Hace un par de meses que les hablaba de la felicidad que suponía que un entrañable amigo, como Salvador Gutiérrez, cumplía 91 años, rodeado de sus hijos, sus nietos y todos sus seres queridos. Todos alrededor de una hermosa tarta, la tarta realizada con más esmero y cariño de las miles que ellos fabricaron en su “Casa de las Tartas”. Hoy tengo que hablarles de Salvador destrozado por el dolor, porque él falleció hace unos días. Y su ausencia se hará notar mucho porque Salvador fue un hombre abierto, sencillo, que tenía impregnada su humanidad con el dulce sabor de sus tartas. Unas tartas que siempre estaban encimadas por una guinda roja, dulce, deliciosa. Hoy, las guindas se nos figuran negras y nos parecen ácidas, tremendamente amargas, por el doloroso recuerdo que nos traen.

También hace pocas fechas falleció, a los 90 años, Rafael Mena, que fuera mi compañero y fraternal amigo, durante más de 25 años, en Tejidos Gangas. Rafael era un ejemplar dependiente en la sección de tejidos y, cuando Tejidos Gangas levantó su nuevo edificio, él ya estaba en su plantilla de la época anterior. Una persona moderada, servicial, atenta, un bien preparado vendedor que sabía atender con presteza, simpatía y eficacia a los clientes que en aquellos tiempos eran muchos, hasta que las prendas confeccionadas desplegaron su imperio y fueron eclipsando la importancia de los tejidos, los sastres y las modistas. Tristes pérdidas que provocan la meditación para que no olvidemos que tenemos que caminar con la conciencia ligera, llevando en la mochila lo imprescindible para que sea más llevadera. Y ser fuertes porque tendremos que soportar más guindas amargas.