Gran Hermano del XXI

08 abr 2018 / 11:48 H.

Recién llegado a casa, tras dos horas de bici disfrutando de los estragos de la recién comenzada primavera, reconozco que me he sentido raro, extraño, perdido enese tiempo. Y todo porque he estado ilocalizable. He salido dos horas sin móvil, por lo que ni amigos, ni familia, ni nadie ha sabido de mí. Esa sensación de libertad, hacía mucho que no la sentía, pero he estado pensando un buen rato de esas dos horas en la posibilidad de que alguien quisiera saber algo de mí, y no me pudiera localizar. Vivimos en un tiempo en el que estamos controlados, fichados, bien sea por el localizador del móvil o redes sociales. Algo parecido a lo que contaba Georges Orwell hace años en la novela 1984, en la que los movimientos de las personas eran controladas por un Gran Hermano. En realidad, aunque nos quejamos de ese excesivo control al que estamos sometidos, casi todos mostramos predisposición a ello. Atrás quedaron los tiempos en los que nos encontrábamos a gente a la que hacía mucho tiempo que no habíamos visto, y nos alegraba saber de ellos, sus últimos movimientos, su vida... No como ahora, que sabemos a través de las redes sociales casi todo de gente que, en muchas ocasiones, vemos por la calle y miramos hacia otro lado para no saludarlos, porque en realidad, su vida nos interesa bien poco, aunque participemos en ese Gran Hermano que se ha convertido la sociedad actual.