Gestionador que gestione

09 may 2019 / 10:47 H.

Gestionar la derrota ha de ser fácil, que el derrotado o derrotada debiera ser honesto y poner cargo y poltrona a disposición de sus socios. Quien pierde debe purgar sus errores y pasar a la reserva. Pero esto no se lleva ni por acá ni por allá, pues siempre se encontrarán argumentos para no dimitir (fundamentalmente que la culpa del fracaso es de los otros). Pero vayamos al otro lado, la gestión de la victoria. Y creo que gestionar la victoria es más difícil que lo anterior. Yo pediría al victorioso y a sus adjuntos que se mantuviesen en la frialdad del que sabe que ahora es cuando empieza lo duro; pues se cae en la derrota por los propios errores, no por los méritos del contrario. Esto no debiera olvidarse porque es la primera regla para mantenerse o ganar. Así que gestionar la victoria más que gestionar un programa difuso es gestionar la ilusión de los votantes, la propia honestidad y ética, la imagen que se tiene. Es ir paso a paso hacia los objetivos propuestos sin falsos reclamos publicitarios ni alardes de pirotecnia efímera. Tropiezos e inocencias,
los mínimos.